La metamorfosis

LA METAMORFOSI

   Capítulo Tres

   3.

   La grave herida de Gregorio, cuyos dolores soportó más de un mes – la manzana permaneció empotrada en la carne como recuerdo visible, ya que nadie se atrevía a retirarla –, pareció recordar, incluso al padre, que Gregorio, a pesar de su triste y repugnante forma actual, era un miembro de la familia, a quien no podía tratarse como un enemigo, sino frente al cual el deber familiar era aguantarse la repugnancia y resignarse, nada más que resignarse. Y si Gregorio ahora, por culpa de su herida, probablemente había perdido agilidad para siempre, y por lo pronto necesitaba para cruzar su habitación como un viejo inválido largos minutos – no se podía ni pensar en arrastrarse por las alturas –, sin embargo, en compensación por este empeoramiento de su estado, recibió, en su opinión, una reparación más que suficiente: hacia el anochecer se abría la puerta del cuarto de estar, la cual solía observar fijamente ya desde dos horas antes, de forma que, tumbado en la oscuridad de su habitación, sin ser visto desde el comedor, podía ver a toda la familia en la mesa iluminada y podía escuchar sus conversaciones, en cierto modo con el consentimiento general, es decir, de una forma completamente distinta a como había sido hasta ahora.

   La mela, che nessuno osò estrarre, rimase conficcata nella carnedi Gregorio, come un visibile ricordo dell'avvenimento. La graveferita, di cui soffrì per un mese, parve ricordare anche al padreche Gregorio, nonostante il suo aspetto misero e ripugnante, eraun membro della famiglia e non poteva essere trattato come unnemico: il dovere familiare imponeva, al contrario, di reprimerela ripugnanza e di avere pazienza, solo pazienza. La ferita gli aveva compromesso, probabilmente per sempre, lascioltezza dei movimenti. Per attraversare la stanza impiegava,come un vecchio invalido, lunghi minuti, ad arrampicarsi sui murinon pensava nemmeno più. Ma questo peggioramento del suo statotrovò un compenso nel fatto che tutte le sere, ormai, aprivano leporte della sala. Lui cominciava ad aspettare due ore prima; nelbuio della camera, invisibile dalla sala, poteva vedere lafamiglia intorno al tavolo illuminato e ascoltare i discorsi, colconsenso generale. Era molto meglio di prima.

   Naturalmente, ya no se trataba de las animadas conversaciones de antaño, en las que Gregorio, desde la habitación de su hotel, siempre había pensado con cierta nostalgia cuando, cansado, tenía que meterse en la cama húmeda. La mayoría de las veces transcurría el tiempo en silencio. El padre no tardaba en dormirse en la silla después de la cena, y la madre y la hermana se recomendaban mutuamente silencio; la madre, inclinada muy por debajo de la luz, cosía ropa fina para un comercio de moda; la hermana, que había aceptado un trabajo como dependienta, estudiaba por la noche estenografía y francés, para conseguir, quizá más tarde, un puesto mejor. A veces el padre se despertaba y, como si no supiera que había dormido, decía a la madre: «¡Cuánto coses hoy también!», e inmediatamente volvía a dormirse mientras la madre y la hermana se sonreían mutuamente.

   Certo, non erano più le animate conversazioni di un tempo, allequali Gregorio pensava sempre con una certa nostalgia, quandostanco si infilava tra umide lenzuola, in una cameretta d'albergo. Quasi sempre i commensali rimanevano in silenzio. Il padre, subitodopo cena, si addormentava in poltrona. La madre e la sorella siesortavano al silenzio; la madre, sporgendosi sotto la lampada,cuciva biancheria fine per un negozio di mode; la sorella,impiegata come commessa, studiava stenografia e francese, nellasperanza di ottenere, un giorno, un posto migliore. A volte ilpadre si svegliava e, come se non sapesse di aver dormito, dicevaalla madre: "Ma quanto continui a cucire oggi?" e subito siriaddormentava, mentre la madre e la sorella si sorridevanostanche.

   Por una especie de obstinación, el padre se negaba a quitarse el uniforme mientras estaba en casa; y mientras la bata colgaba inútilmente de la percha, dormitaba el padre en su asiento, completamente vestido, como si siempre estuviese preparado para el servicio e incluso en casa esperase también la voz de su superior. Como consecuencia, el uniforme, que no era nuevo ya en un principio, empezó a ensuciarse a pesar del cuidado de la madre y de la hermana. Gregorio se pasaba con frecuencia tardes enteras mirando esta brillante ropa, completamente manchada, con sus botones dorados siempre limpios con la que el anciano dormía muy incómodo y, sin embargo, tranquilo.

   Per una curiosa caparbietà, il padre non voleva togliersil'uniforme nemmeno in casa; la vestaglia rimaneva appesanell'armadio e lui dormiva, vestito di tutto punto, in poltrona,come se fosse sempre in servizio e aspettasse anche lì la voce diun superiore. L'uniforme, che non gli era stata consegnata nuova,perdeva freschezza di giorno in giorno, nonostante le cure dellamadre e della sorella. Spesso Gregorio rimaneva a fissare, perserate intere, quell'abito coperto di macchie, dai bottoni d'orosempre lucidi, e nel quale il vecchio dormiva, placido e scomodo.

   En cuanto el reloj daba las diez, la madre intentaba despertar al padre en voz baja y convencerle para que se fuese a la cama, porque éste no era un sueño auténtico y el padre tenía necesidad de él, porque tenía que empezar a trabajar a las seis de la mañana. Pero con la obstinación que se había apoderado de él desde que se había convertido en ordenanza, insistía en quedarse más tiempo a la mesa, a pesar de que, normalmente, se quedaba dormido y, además, sólo con grandes esfuerzos podía convencérsele de que cambiase la silla por la cama. Ya podían la madre y la hermana insistir con pequeñas amonestaciones, durante un cuarto de hora daba cabezadas lentamente, mantenía los ojos cerrados y no se levantaba. La madre le tiraba del brazo, diciéndole al oído palabras cariñosas, la hermana abandonaba su trabajo para ayudar a la madre, pero esto no tenía efecto sobre el padre. Se hundía más profundamente en su silla. Sólo cuando las mujeres le cogían por debajo de los hombros, abría los ojos, miraba alternativamente a la madre y a la hermana, y solía decir: «¡Qué vida ésta! ¡Esta es la tranquilidad de mis últimos días!», y apoyado sobre las dos mujeres se levantaba pesadamente, como si él mismo fuese su más pesada carga, se dejaba llevar por ellas hasta la puerta, allí les hacía una señal de que no las necesitaba, y continuaba solo, mientras que la madre y la hermana dejaban apresuradamente su costura y su pluma para correr tras el padre y continuar ayudándole.

   Quando l'orologio aveva suonato le dieci, la madre, a bassa voce,cercava di svegliarlo e di convincerlo ad andare a letto: inpoltrona non poteva dormire, e il riposo gli era necessario,dovendo entrare in servizio alle sei. Ma con quella testardagginedi cui dava prova da quando era diventato commesso, lui insistevaper rimanere ancora a tavola, benché si riaddormentasseregolarmente e fosse poi un'impresa fargli cambiare la poltronacon il letto. La madre e la sorella potevano insistere, con breviesortazioni, quanto volevano, lui scrollava la testa per un quartod'ora, con gli occhi semichiusi, senza alzarsi. La madre lo tiravaper la manica, gli sussurrava paroline all'orecchio, la sorellalasciava i suoi compiti per aiutare la mamma, ma tutto erainutile, quello sprofondava ancora di più nella poltrona. Soloquando le due donne lo afferravano sotto le ascelle, apriva gliocchi, guardava prima una, poi l'altra, diceva: "Davvero una bellavita! Ecco il riposo della mia vecchiaia!" quindi, appoggiandosialle due donne, si alzava a fatica, quasi fosse di peso anche a sestesso, si lasciava portare fino alla porta, faceva un gesto disaluto e continuava da solo; mentre Grete e la mamma, messi daparte penna e cucito, correvano ad aiutarlo ancora.

   ¿Quién en esta familia, agotada por el trabajo y rendida de cansancio, iba a tener más tiempo del necesario para ocuparse de Gregorio? El presupuesto familiar se reducía cada vez más, la criada acabó por ser despedida. Una asistenta gigantesca y huesuda, con el pelo blanco y desgreñado, venía por la mañana y por la noche y hacía el trabajo más pesado; todo lo demás lo hacía la madre, además de su mucha costura. Ocurrió incluso el caso de que varias joyas de la familia, que la madre y la hermana habían lucido entusiasmadas en reuniones y fiestas, hubieron de ser vendidas, según se enteró Gregorio por la noche por la conversación acerca del precio conseguido. Pero el mayor motivo de queja era que no se podía dejar este piso, que resultaba demasiado grande en las circunstancias presentes, ya que no sabían cómo se podía trasladar a Gregorio. Pero Gregorio comprendía que no era sólo la consideración hacia él lo que impedía un traslado, porque se le hubiera podido transportar fácilmente en un cajón apropiado con un par de agujeros para el aire; lo que, en primer lugar, impedía a la familia un cambio de piso era, aún más, la desesperación total y la idea de que habían sido azotados por una desgracia como no había igual en todo su círculo de parientes y amigos.

   Chi aveva tempo, in quella famiglia oppressa dal lavoro e dallafatica, di badare a Gregorio più dello stretto necessario? Lespese di casa vennero sempre più ridotte; la domestica fulicenziata; mattina e sera, per fare i lavori più pesanti, venneun donnone ossuto, coi capelli candidi; a tutto il resto pensavala madre, pur continuando nel suo pesante lavoro di cucito. Sidovettero vendere diversi gioielli di famiglia, portati, un tempo,con orgoglio dalla madre e dalla sorella, in feste e circostanzesolenni; Gregorio lo seppe una sera, sentendo discutere i prezzi. Ma la preoccupazione maggiore della famiglia era che lecircostanze non consentissero di lasciare quella casa, diventatatroppo grande. Come portare via Gregorio? Questi capì, però, che,se il trasloco non si faceva, non era solo per riguardo verso dilui, che avrebbe potuto facilmente essere trasportato in una cassaprovvista di qualche buco; quello che, soprattutto, tratteneva lafamiglia dal cambiare casa, era l'assoluta disperazione, ilpensiero di essere stata colpita da una disgrazia unica nellacerchia dei parenti e degli amici.

   Todo lo que el mundo exige de la gente pobre lo cumplían ellos hasta la saciedad: el padre iba a buscar el desayuno para el pequeño empleado de banco, la madre se sacrificaba por la ropa de gente extraña, la hermana, a la orden de los clientes, corría de un lado para otro detrás del mostrador, pero las fuerzas de la familia ya no daban para más. La herida de la espalda comenzaba otra vez a dolerle a Gregorio como recién hecha cuando la madre y la hermana, después de haber llevado al padre a la cama, regresaban, dejaban a un lado el trabajo, se acercaban una a otra, sentándose muy juntas. Entonces la madre, señalando hacia la habitación de Gregorio, decía: «Cierra la puerta, Grete», y cuando Gregorio se encontraba de nuevo en la oscuridad, afuera las mujeres confundían sus lágrimas o simplemente miraban fijamente a la mesa sin llorar.

   Compivano con scrupolo estremotutto quanto il mondo impone ai poveri: il padre portava lacolazione ai piccoli impiegati, la madre si sacrificava a cucirela biancheria di estranei, la sorella correva su e giù dietro ilbanco, secondo le richieste dei clienti: eppure, sembrava che nonbastasse. La ferita faceva male a Gregorio come se fosse fresca,quando la madre e la sorella, dopo aver portato a letto il padre,mettevano da parte il lavoro e restavano abbracciate, guancia aguancia. Accennando alla stanza di Gregorio, la madre diceva:

    "Chiudi la porta, Grete", e Gregorio si trovava di nuovo al buio,mentre le donne mescolavano le loro lacrime o fissavano la tavolacon gli occhi asciutti.

   Gregorio pasaba las noches y los días casi sin dormir. A veces pensaba que la próxima vez que se abriese la puerta él se haría cargo de los asuntos de la familia como antes; en su mente aparecieron de nuevo, después de mucho tiempo, el jefe y el encargado; los dependientes y los aprendices; el mozo de los recados, tan corto de luces; dos, tres amigos de otros almacenes; una camarera de un hotel de provincias; un recuerdo amado y fugaz: una cajera de una tienda de sombreros a quien había hecho la corte seriamente, pero con demasiada lentitud; todos ellos aparecían mezclados con gente extraña o ya olvidada, pero en lugar de ayudarle a él y a su familia, todos ellos eran inaccesibles, y Gregorio se sentía aliviado cuando desaparecían.

   Gregorio non dormiva quasi più né di giorno né di notte. A voltepensava che, appena aperta la porta, avrebbe ripreso in mano gliaffari di famiglia; dopo un lungo oblio, un giorno gli tornaronoin mente il principale e il procuratore, i commessi e gliapprendisti, il fattorino tonto, due, tre amici di altre ditte, lacameriera di un albergo di provincia, caro, fuggevole ricordo, lacassiera di un negozio di cappelli, che aveva corteggiatoseriamente, ma prendendo le cose troppo alla larga: tutta questagente gli riapparve insieme ad estranei o con altra gentedimenticata, ma nessuno poteva aiutare lui e i suoi, erano cosìlontani, e fu contento quando scomparvero.

   Pero después ya no estaba de humor para preocuparse por su familia, solamente sentía rabia por el mal cuidado de que era objeto y, a pesar de que no podía imaginarse algo que le hiciese sentir apetito, hacía planes sobre cómo podría llegar a la despensa para tomar de allí lo que quisiese, incluso aunque no tuviese hambre alguna. Sin pensar más en qué es lo que podría gustar a Gregorio, la hermana, por la mañana y al mediodía, antes de marcharse a la tienda, empujaba apresuradamente con el pie cualquier comida en la habitación de Gregorio, para después recogerla por la noche con el palo de la escoba, tanto si la comida había sido probada, como si – y éste era el caso más frecuente – ni siquiera había sido tocada. Recoger la habitación, cosa que ahora hacía siempre por la noche, no podía hacerse más deprisa. Franjas de suciedad se extendían por las paredes, por todas partes había ovillos de polvo y suciedad. Al principio, cuando llegaba la hermana, Gregorio se colocaba en el rincón más significativamente sucio para, en cierto modo, hacerle reproches mediante esta posición. Pero seguramente hubiese podido permanecer allí semanas enteras sin que la hermana hubiese mejorado su actitud por ello; ella veía la suciedad lo mismo que él, pero se había decidido a dejarla allí.

   Quei fantasmi,tuttavia, gli fecero passare la voglia di occuparsi dellafamiglia; ormai sentiva solo rabbia per la cattiva assistenza e,benché non sapesse immaginare nulla che gli facesse gola,fantasticava sul come raggiungere la dispensa per prendere quantogli spettava, anche se non aveva fame. Ora la sorella non cercavapiù di prevenire i suoi desideri. Prima di correre in negozio,mattina e pomeriggio, spingeva col piede un cibo qualsiasi nellacamera di Gregorio, per tirarlo fuori, la sera, con un colpo discopa, indifferente se il cibo era stato assaggiato o, comeaccadeva la maggior parte delle volte, era rimasto intatto. Lapulizia della stanza, che avveniva sempre di sera, non avrebbepotuto essere più sbrigativa. Le pareti erano percorse da striscedi sudiciume, qua e là si vedevano batuffoli di polvere. I primitempi, Gregorio si metteva, all'arrivo della sorella, in un angolopiù sporco degli altri, per farle così, in un certo modo, unrimprovero. Ma la sorella non si sarebbe mossa neppure se luifosse rimasto al suo posto per settimane; vedeva il sudicio quantolui, ma aveva deciso, una volta per sempre, di lasciarlo dove era.

   Al mismo tiempo, con una susceptibilidad completamente nueva en ella y que, en general, se había apoderado de toda la familia, ponía especial atención en el hecho de que se reservase solamente a ella el cuidado de la habitación de Gregorio. En una ocasión la madre había sometido la habitación de Gregorio a una gran limpieza, que había logrado solamente después de utilizar varios cubos de agua – la humedad, sin embargo, también molestaba a Gregorio, que yacía extendido, amargado e inmóvil sobre el canapé –, pero el castigo de la madre no se hizo esperar, porque apenas había notado la hermana por la tarde el cambio en la habitación de Gregorio, cuando, herida en lo más profundo de sus sentimientos, corrió al cuarto de estar y, a pesar de que la madre suplicaba con las manos levantadas, rompió en un mar de lágrimas, que los padres – el padre se despertó sobresaltado en su silla –, al principio, observaban asombrados y sin poder hacer nada, hasta que, también ellos, comenzaron a sentirse conmovidos; el padre, a su derecha, reprochaba a la madre que no hubiese dejado al cuidado de la hermana la limpieza de la habitación de Gregorio, a su izquierda, decía a gritos a la hermana que nunca más volvería a limpiar la habitación de Gregorio; mientras que la madre intentaba llevar al dormitorio al padre, que no podía más de irritación, la hermana, sacudida por los sollozos, golpeaba la mesa con sus pequeños puños, y Gregorio silbaba de pura rabia porque a nadie se le ocurría cerrar la puerta para ahorrarle este espectáculo y este ruido.

   Ciò non toglieva che fosse gelosa della prerogativa di pulire lacamera di Gregorio: un atteggiamento nuovo, che non era la sola amanifestare. Una volta la madre, per pulire la camera a fondo,adoperò parecchi secchi d'acqua, col risultato di contristare, tratanti scrosci, il povero Gregorio immobile sul divano; ma ebbe poiil fatto suo. Quando la sorella, la sera, entrò in camera e siaccorse della novità, si precipitò in sala, offesa a morte, escoppiò in un pianto dirotto, nonostante le mani supplichevolmentelevate della mamma. Il padre, svegliato di soprassalto nella suapoltrona, non seppe, sulle prime, raccapezzarsi, come, del resto,sua moglie; poi l'agitazione divenne generale. Il signor Samsarimproverava a destra la mamma perché non aveva lasciato allasorella la pulizia della camera di Gregorio, a sinistra gridavaalla sorella di non occuparsene più. La madre cercava ditrascinare in camera il marito fuori di sé per l'agitazione,mentre la sorella, scossa da singhiozzi, martellava il tavolo coisuoi piccoli pugni e Gregorio sibilava di rabbia, vedendo che anessuno veniva in mente di chiudere la porta per risparmiargliquella scena e quel chiasso.

   Pero incluso si la hermana, agotada por su trabajo, estaba ya harta de cuidar de Gregorio como antes, tampoco la madre tenía que sustituirla y no era necesario que Gregorio hubiese sido abandonado, porque para eso estaba la asistenta. Esa vieja viuda, que en su larga vida debía haber superado lo peor con ayuda de su fuerte constitución, no sentía repugnancia alguna por Gregorio. Sin sentir verdadera curiosidad, una vez había abierto por casualidad la puerta de la habitación de Gregorio y, al verle, se quedó parada, asombrada, con los brazos cruzados, mientras éste, sorprendido y a pesar de que nadie la perseguía, comenzó a correr de un lado a otro. Desde entonces no perdía la oportunidad de abrir un poco la puerta por la mañana y por la tarde para echar un vistazo a la habitación de Gregorio. Al principio le llamaba hacia ella con palabras que, probablemente, consideraba amables, como: «¡Ven aquí, viejo escarabajo pelotero!» o «imitad el viejo escarabajo pelotero!». Gregorio no contestaba nada a tales llamadas, sino que permanecía inmóvil en su sitio, como si la puerta no hubiese sido abierta. ¡Si se le hubiese ordenado a esa asistenta que limpiase diariamente la habitación en lugar de dejar que le molestase inútilmente a su antojo! Una vez, por la mañana temprano – una intensa lluvia golpeaba los cristales, quizá como signo de la primavera, que ya se acercaba –, cuando la asistenta empezó otra vez con sus improperios, Gregory se enfureció tanto que se dio la vuelta hacia ella como para atacarla, pero de forma lenta y débil. Sin embargo, la asistenta, en vez de asustarse, alzó simplemente una silla, que se encontraba cerca de la puerta, y, tal como permanecía allí, con la boca completamente abierta, estaba clara su intención de cerrar la boca sólo cuando la silla que tenía en la mano acabase en la espalda de Gregorio. ¿Con que no seguimos adelante? – preguntó, al ver que Gregorio se daba de nuevo la vuelta, y volvió a colocar la silla tranquilamente en el rincón.

   Ma anche se la sorella, sfinita dal lavoro, non poteva piùaccudire Gregorio come prima, si poteva trovare una soluzione,senza bisogno di ricorrere alla madre: c'era, infatti, la donna amezzo servizio. La vecchia vedova, che in una lunga vita, graziealle sue solide ossa, ne aveva superate di tutti i colori, nonprovava per Gregorio una vera ripugnanza. Una volta aveva apertoper caso la porta della camera e, con le mani sul grembo, erarimasta, stupita, a guardare Gregorio che, colto di sorpresa,correva di qua e di là, sebbene nessuno lo inseguisse. Da quelgiorno non mancò mai, mattina e sera, di socchiudere la porta e didare un'occhiata a Gregorio. Le prime volte cercava di attirarlocon richiami che dovevano sembrarle affettuosi, come: "Fattiavanti, vecchio scarafaggio!" oppure: "Guardalo un po' il vecchioscarafaggio!" A questi inviti, Gregorio non rispondeva, marestava, immobile, come se nessuno fosse entrato. Invece dipermettere che quella donna lo stuzzicasse secondo i suoicapricci, senza costrutto, avrebbero fatto meglio a ordinarle dipulire la sua camera ogni giorno! Una volta, di mattina presto,mentre una pioggia violenta, forse già un segno della vicinaprimavera, batteva sui vetri, Gregorio fu talmente irritato daidiscorsi della donna, che con la sua andatura goffa e pesante feceper assalirla. La vecchia, per nulla impressionata, si limitò adafferrare una sedia accanto alla porta; immobile, teneva la boccaaperta, lasciando intendere che l'avrebbe richiusa solo quando lasedia si fosse abbattuta sulla schiena di Gregorio. "Allora, nonti fai più avanti?" chiese nel vedere Gregorio battere inritirata. E posò di nuovo la sedia nel suo angolo.

   Gregorio ya no comía casi nada. Sólo si pasaba por casualidad al lado de la comida tomaba un bocado para jugar con él en la boca, lo mantenía allí horas y horas y, la mayoría de las veces, acababa por escupirlo. Al principio pensó que lo que le impedía comer era la tristeza por el estado de su habitación, pero precisamente con los cambios de la habitación se reconcilió muy pronto. Se habían acostumbrado a meter en esta habitación cosas que no podían colocar en otro sitio, y ahora había muchas cosas de éstas, porque una de las habitaciones de la casa había sido alquilada a tres huéspedes. Estos señores tan severos – los tres tenían barba, según pudo comprobar Gregorio por una rendija de la puerta – ponían especial atención en el orden, no sólo ya de su habitación, sino de toda la casa, puesto que se habían instalado aquí, y especialmente en el orden de la cocina. No soportaban trastos inútiles ni mucho menos sucios. Además, habían traído una gran parte de sus propios muebles. Por ese motivo sobraban muchas cosas que no se podían vender ni tampoco se querían tirar. Todas estas cosas acababan en la habitación de Gregorio. Lo mismo ocurrió con el cubo de la ceniza y el cubo de la basura de la cocina. La asistenta, que siempre tenía mucha prisa, arrojaba simplemente en la habitación de Gregorio todo lo que, de momento, no servía; por suerte, Gregorio sólo veía, la mayoría de las veces, el objeto correspondiente y la mano que lo sujetaba. La asistenta tenía, quizá, la intención de recoger de nuevo las cosas cuando hubiese tiempo y oportunidad, o quizá tirarlas todas de una vez, pero lo cierto es que todas se quedaban tiradas en el mismo lugar en que habían caído al arrojarlas, a no ser que Gregorio se moviese por entre los trastos y los pusiese en movimiento, al principio, obligado a ello porque no había sitio libre para arrastrarse, pero más tarde con creciente satisfacción, a pesar de que después de tales paseos acababa mortalmente agotado y triste, y durante horas permanecía inmóvil.

   Gregorio non mangiava quasi più nulla. Solo quando si trovava apassare davanti al cibo, tanto per fare qualcosa, afferrava unboccone, che teneva in bocca per ore, sputandolo poi via quasisempre. All'inizio pensò che l'inappetenza gli venisse dallamalinconia in cui lo metteva la sua camera, ma presto si adattò aicambiamenti sopravvenuti. Avevano preso ormai l'abitudine dimettere in quella stanza tutto quello che non trovava postoaltrove, e cioè molta roba, da quando una camera dell'appartamentoera stata affittata a tre pensionanti. Questi serissimi signori -tutti con una gran barba, come Gregorio poté vedere, una volta,dalla fessura della porta -erano esigentissimi in fatto d'ordine,non solo nella loro stanza, ma, poiché erano ormai di casa, intutto l'appartamento e specialmente in cucina. Non sopportavano divedere in giro cianfrusaglie inutili; inoltre, avevano portato conloro quasi tutti i mobili che servivano. Molta roba, che non sipoteva vendere né buttare via, diventata inservibile, era finitanella camera di Gregorio, persino la cassetta della cenere e ilsecchio della spazzatura. La vecchia che aveva sempre fretta,gettava là dentro tutto quello che sul momento non le serviva.

    Gregorio, per fortuna, vedeva solo l'oggetto e la mano che loreggeva. Forse la donna aveva intenzione, una volta o l'altra, diriprendere oppure di buttar via in blocco quella roba, ma intantotutto restava dov'era caduto, a meno che Gregorio non fossecostretto a passare tra quel ciarpame; prima fu costretto a farlo,perché gli mancava spazio per strisciare, poi ci prese gusto,sebbene dopo ogni scorribanda rimanesse immobile per ore, stanco etriste da morire.

   Como los huéspedes a veces tomaban la cena en el cuarto de estar, la puerta permanecía algunas noches cerrada, pero Gregorio renunciaba gustoso a abrirla, incluso algunas noches en las que había estado abierta no se había aprovechado de ello, sino que, sin que la familia lo notase, se había tumbado en el rincón más oscuro de la habitación. Pero en una ocasión la asistenta había dejado un poco abierta la puerta que daba al cuarto de estar y se quedó abierta incluso cuando los huéspedes llegaron y se dio la luz. Se sentaban a la mesa en los mismos sitios en que antes habían comido el padre, la madre y Gregorio, desdoblaban las servilletas y tomaban en la mano cuchillo y tenedor. Al momento aparecía por la puerta la madre con una fuente de carne, y poco después lo hacía la hermana con una fuente llena de patatas. La comida humeaba. Los huéspedes se inclinaban sobre las fuentes que había ante ellos como si quisiesen examinarlas antes de comer, y, efectivamente, el señor que estaba sentado en medio y que parecía ser el que más autoridad tenía de los tres, cortaba un trozo de carne en la misma fuente con el fin de comprobar si estaba lo suficientemente tierna, o quizá; la madre y la hermana, que habían observado todo con impaciencia, comenzaban a sonreír respirando profundamente.

   I pensionanti, a volte, cenavano in casa, nella sala comune. Laporta, in questi casi, restava chiusa, ma Gregorio non ci facevapiù gran caso: già in precedenza, negli ultimi tempi, la porta erarimasta aperta e lui era rimasto, senza che la famiglia se neaccorgesse, nell'angolo più buio della sua stanza. Ma un giorno lavecchia non chiuse bene la porta, che rimase socchiusa anchequando i pensionanti entrarono nella sala. Quelli, dopo avereacceso il gas, sedettero al tavolo dove una volta sedevano ilpadre, la madre e Gregorio, spiegarono i tovaglioli e presero leposate. Subito sulla porta comparve la madre, con un piatto dicarne, seguita dalla sorella, con un piatto pieno di patate. Icibi esalavano un denso sapore. I pensionanti si piegarono suipiatti posti loro davanti, come per esaminarli prima di mangiare: quello in mezzo, che sembrava il più autorevole, tagliò infatti unpezzetto di carne sul vassoio, con l'evidente proposito diaccertarsi se era ben cotta o se non era il caso di rimandarla incucina. Sembrò soddisfatto e la madre e la sorella, rimaste aguardarlo trepidanti, respirarono e ripresero a sorridere.

   La familia comía en la cocina. A pesar de ello, el padre, antes de entrar en ésta, entraba en la habitación y con una sola reverencia y la gorra en la mano, daba una vuelta a la mesa. Los huéspedes se levantaban y murmuraban algo para el cuello de su camisa. Cuando ya estaban solos, comían casi en absoluto silencio. A Gregorio le parecía extraño el hecho de que, de todos los variados ruidos de la comida, una y otra vez se escuchasen los dientes al masticar, como si con ello quisieran mostrarle a Gregorio que para comer se necesitan los dientes y que, aún con las más hermosas mandíbulas, sin dientes no se podía conseguir nada. – Pero si yo tengo apetito – se decía Gregorio; preocupa do –, pero no me apetecen estas cosas. ¡Cómo comen los huéspedes y yo me muero!

   La famiglia mangiava in cucina. Tuttavia il padre, prima dipassare in cucina, entrò in sala, si inchinò tenendo il berrettoin mano, e girò intorno al tavolo. I pensionanti si alzarono tuttiinsieme, mormorando qualcosa nelle loro barbe. Rimasti soli,mangiarono in un silenzio quasi completo. A Gregorio sembrò stranoche, in mezzo ai vari rumori, emergesse quello dei denti chemasticavano, quasi a provargli che, per mangiare, servivano identi e che le più belle mascelle del mondo non sarebbero servitea nulla. "Anch'io ho fame!" si disse Gregorio preoccupato. "Ma nondi quella roba. Come si riempiono quei pensionanti, mentre io stocrepando!"

   Precisamente aquella noche Gregorio no se acordaba de haberlo oído en todo el tiempo – se escuchó el violín. Los huéspedes ya habían terminado de cenar, el de en medio había sacado un periódico, le había dado una hoja a cada uno de los otros dos, y los tres fumaban y leían echados hacia atrás. Cuando el violín comenzó a sonar escucharon con atención, se levantaron y, de puntillas, fueron hacia la puerta del vestíbulo, en la que permanecieron quietos de pie, apretados unos junto a otros. Desde la cocina se les debió oír, porque el padre gritó: ¿Les molesta a los señores la música? Inmediatamente puede dejar de tocarse. – Al contrario – dijo el señor de en medio –. ¿No desearía la señorita entrar con nosotros y tocar aquí en la habitación, donde es mucho más cómodo y agradable? – Naturalmente – exclamó el padre, como si el violinista fuese él mismo. Los señores regresaron a la habitación y esperaron. Pronto llegó el padre con el atril, la madre con la partitura y la hermana con el violín. La hermana preparó con tranquilidad todo lo necesario para tocar. Los padres, que nunca antes habían alquilado habitaciones, y por ello exageraban la amabilidad con los huéspedes, no se atrevían a sentarse en sus propias sillas; el padre se apoyó en la puerta, con la mano derecha colocada entre dos botones de la librea abrochada; a la madre le fue ofrecida una silla por uno de los señores y, como la dejó en el lugar en el que, por casualidad, la había colocado el señor, permanecía sentada en un rincón apartado.

   Quella stessa sera -Gregorio non ricordava di averlo mai sentitoarrivò dalla cucina il suono del violino. I pensionanti avevanofinito la cena, quello in mezzo aveva tirato fuori un giornale,dando agli altri un foglio per ciascuno; leggevano e fumavano,appoggiati agli schienali. Nel sentire il violino si scossero, sialzarono e, in punta di piedi, si avvicinarono alla portadell'anticamera, stringendosi gli uni agli altri. Dalla cucinadovettero averli sentiti, perché il padre gridò: "Vi disturba lamusica? Possiamo smettere subito". "Al contrario", disse ilsignore di mezzo. "Non potrebbe la signorina venire a suonare qui,dove può stare più comoda e sentirsi maggiormente a suo agio?" "Prego, prego!" esclamò il padre, come se fosse lui a suonare. Isignori ripresero i loro posti e aspettarono. Arrivò il padre conun leggìo, seguito dalla madre con la musica e dalla sorella conil violino. La sorella cominciò, tranquilla, a preparare ognicosa; i genitori, che non avevano mai affittato stanze, e perciòesageravano in gentilezza verso gli ospiti, non osarono neppuresedersi sulle loro poltrone. Il padre si appoggiò alla porta, lamano destra infilata tra due bottoni della giacca; la madre, allaquale uno dei signori aveva offerto una sedia, rimase in unangolo, perché le mancò il coraggio di spostarla.

   La hermana empezó a tocar; el padre y la madre, cada uno desde su lugar, seguían con atención los movimientos de sus manos; Gregorio, atraído por la música, había avanzado un poco hacia delante y ya tenía la cabeza en el cuarto de estar. Ya apenas se extrañaba de que en los últimos tiempos no tenía consideración con los demás; antes estaba orgulloso de tener esa consideración y, precisamente ahora, hubiese tenido mayor motivo para esconderse, porque, como consecuencia del polvo que reinaba en su habitación, y que volaba por todas partes al menor movimiento, él mismo estaba también lleno de polvo. Sobre su espalda y sus costados arrastraba consigo por todas partes hilos, pelos, restos de comida... Su indiferencia hacia todo era demasiado grande como para tumbarse sobre su espalda y restregarse contra la alfombra, tal como hacía antes varias veces al día. Y, a pesar de este estado, no sentía vergüenza alguna de avanzar por el suelo impecable del comedor.

   La sorella cominciò a suonare. Il padre e la madre, ognuno dallasua parte, seguivano attenti le mani della ragazza. Gregorio, attirato dalla musica, si era azzardato un po' piùavanti e sporgeva la testa nella sala. Non si stupiva per loscarso riguardo che ormai aveva verso gli altri, mentre prima sifaceva un vanto della sua delicatezza. Eppure, mai come oraavrebbe avuto ragione di nascondersi. A causa della polvere chenella stanza copriva ogni cosa, alzandosi al minimo movimento, eradiventato tutto polveroso, con la schiena e i fianchi pieni difili, peli, avanzi di cibo. Nella sua apatia, ora, non pensava piùa pulirsi diverse volte al giorno, strofinandosi contro iltappetto, come faceva prima. Nonostante il suo aspetto fossequello descritto, ebbe il coraggio di avanzare sull'immacolatopavimento della sala.

   Por otra parte, nadie le prestaba atención. La familia estaba completamente absorta en la música del violín; por el contrario, los huéspedes, que al principio, con las manos en los bolsillos, se habían colocado demasiado cerca detrás del atril de la hermana, de forma que podrían haber leído la partitura, lo cual sin duda tenía que estorbar a la hermana, hablando a media voz, con las cabezas inclinadas, se retiraron pronto hacia la ventana, donde permanecieron observados por el padre con preocupación. Realmente daba a todas luces la impresión de que habían sido decepcionados en su suposición de escuchar una pieza bella o divertida al violín, de que estaban hartos de la función y sólo permitían que se les molestase por amabilidad. Especialmente la forma en que echaban a lo alto el humo de los cigarrillos por la boca y por la nariz denotaba gran nerviosismo. Y, sin embargo, la hermana tocaba tan bien... Su rostro estaba inclinarlo hacia un lado, atenta y tristemente seguían sus ojos las notas del pentagrama. Gregorio avanzó un poco más y mantenía la cabeza pegada al suelo para, quizá, poder encontrar sus miradas. ¿Es que era ya una bestia a la que le emocionaba la música? Le parecía como si se le mostrase el camino hacia el desconocido y anhelado alimento. Estaba decidido a acercarse hasta la hermana, tirarle de la falda y darle así a entender que ella podía entrar con su violín en su habitación porque nadie podía recompensar su música como él quería hacerlo. No quería dejarla salir nunca de su habitación, al menos mientras él viviese; su horrible forma le sería útil por primera vez; quería estar a la vez en todas las puertas de su habitación y tirarse a los que le atacasen; pero la hermana no debía quedar se con él por la fuerza, sino por su propia voluntad; debería sentarse junto a él sobre el canapé, inclinar el oído hacia él, y él deseaba confiarle que había tenido la firme intención de enviarla al conservatorio y que, si la desgracia no se hubiese cruzado en su camino la Navidad pasada – probablemente la Navidad ya había pasado – se lo hubiese dicho a todos sin preocuparse de réplica alguna. Después de esta confesión, la hermana estallaría en lágrimas de emoción y Gregorio se levantaría hasta su hombro y le daría un beso en el cuello, que, desde que iba a la tienda, llevaba siempre al aire sin cintas ni adornos.

   Nessuno, per la verità, badava a lui. Lafamiglia era tutta assorta nella musica del violino; ipensionanti, che in un primo momento, con le mani in tasca, sierano tropo accostati al leggìo per leggere le note, disturbandola ragazza, si erano poi ritirati, a capo chino e parlandosottovoce, contro la finestra dove rimasero, sotto lo sguardopreoccupato del padre. Era ormai evidente che erano rimasti delusinella loro speranza di ascoltare una musica bella o almenodivertente, si mostravano annoiati e sopportavano solo percortesia quella seccatura. Il modo in cui soffiavano dal naso odalla bocca il fumo dei sigari, facendolo salire al soffitto,dimostrava un grande nervosismo. Eppure la sorella suonava cosìbene! Con il viso reclinato, seguiva le note con uno sguardoattento e malinconico. Gregorio strisciò ancora in avanti, tenendoil capo contro il pavimento, per poter cogliere un suo sguardo.

    Era dunque un animale, se la musica lo prendeva in quel modo? Glisembrava di intravedere una strada verso un desiderato esconosciuto nutrimento. Era deciso ad arrivare fino alla sorella,a tirarla per la gonna, per farle capire che doveva andare colviolino in camera sua, perché nessuno lì sapeva apprezzare la suamusica come lui l'avrebbe apprezzata. Non l'avrebbe più fattauscire dalla sua camera, almeno finché fosse vissuto; il suoaspetto orribile, una volta tanto, gli sarebbe stato utile,sarebbe stato davanti a tutte le porte in una volta sola, perrespingere, soffiando, gli aggressori. Però la sorella non dovevarestare con lui per forza, doveva rimanere spontaneamente,sedergli accanto sul divano, prestargli orecchio: e lui le avrebbeconfidato che aveva avuto la ferma intenzione di mandarla alconservatorio e che per Natale -era già passato Natale? -avrebbeannunciato la cosa a tutti, senza preoccuparsi di nessunaobiezione. A queste parole Grete, commossa, sarebbe scoppiata inlacrime, Gregorio si sarebbe sollevato fino alle sue spalle e leavrebbe baciato il collo, che lei, da quando andava in negozio,portava libero, senza nastro né colletti.

   – señor Samsa! – gritó el señor de en medio al padre, y señaló, sin decir una palabra más, con el índice hacia Gregorio, que avanzaba lentamente. El violín enmudeció, en un principio el huésped de en medio sonrió a sus amigos moviendo la cabeza y, a continuación, miró hacia Gregorio. El padre, en lugar de echar a Gregorio, consideró más necesario, ante todo, tranquilizar a los huéspedes, a pesar de que ellos no estaban nerviosos en absoluto y Gregorio parecía distraerles más que el violín. Se precipitó hacia ellos e intentó, con los brazos abiertos, empujarles a su habitación y, al mismo tiempo, evitar con su cuerpo que pudiesen ver a Gregorio. Ciertamente se enfadaron un poco, no se sabía ya si por el comportamiento del padre, o porque ahora se empezaban a dar cuenta de que, sin saberlo, habían tenido un vecino como Gregorio. Exigían al padre explicaciones, levantaban los brazos, se tiraban intranquilos de la barba y, muy lentamente, retrocedían hacia su habitación. Entre tanto, la hermana había superado el desconcierto en que había caído después de interrumpir su música de una forma tan repentina, había reaccionado de pronto, después de que durante unos momentos había sostenido en las manos caídas con indolencia el violín y el arco, y había seguido mirando la partitura como si todavía tocase, había colocado el instrumento en el regazo de la madre, que todavía seguía sentada en su silla con dificultades para respirar y agitando violentamente los pulmones, y había corrido hacia la habitación de al lado, a la que los huéspedes se acercaban cada vez más deprisa ante la insistencia del padre. Se veía cómo, gracias a las diestras manos de la hermana, las mantas y almohadas de las camas volaban hacia lo alto y se ordenaban. Antes de que los señores hubiesen llegado a la habitación, había terminado de hacer las camas y se había escabullido hacia afuera. El padre parecía estar hasta tal punto dominado por su obstinación, que olvidó todo el respeto que, ciertamente, debía a sus huéspedes. Sólo les empujaba y les empujaba hasta que, ante la puerta de la habitación, el señor de en medio dio una patada atronadora contra el suelo y así detuvo al padre. – Participo a ustedes – dijo, levantó la mano y buscaba con sus miradas también a la madre y a la hermana – que, teniendo en cuenta las repugnantes circunstancias que reinan en esta casa y en esta familia – en este punto escupió decididamente sobre el suelo –, en este preciso instante dejo la habitación. Por los días que he vivido aquí no pagaré, naturalmente, lo más mínimo; por el contrario, me pensaré si no procedo contra ustedes con algunas reclamaciones muy fáciles, créanme, de justificar. Calló y miró hacia adelante como si esperase algo. En efecto, sus dos amigos intervinieron inmediatamente con las siguientes palabras: – También nosotros dejamos en este momento la habitación. A continuación agarró el picaporte y cerró la puerta de un portazo.

   "Signor Samsa!" gridò al padre il signore di mezzo; e, senzaaggiungere parola, indicò Gregorio, che lentamente avanzava. Ilviolino tacque, il signore di mezzo sorrise agli amici scuotendoil capo, e guardò di nuovo verso Gregorio. Il padre credettenecessario di rassicurare i pensionanti, invece di cacciare viaGregorio, sebbene quelli non fossero agitati e sembrasserodivertirsi più per quella apparizione che per la musica delviolino. Il padre corse verso di loro con le braccia spalancate,cercando di spingerli nella loro stanza e di coprire col suo corpola vista di Gregorio. Allora quelli incominciarono ad arrabbiarsi,non si capiva bene se per il comportamento del padre o perché sirendevano d'un tratto conto di aver avuto, a loro insaputa, unsimile vicino. Chiesero spiegazioni al signor Samsa, a loro voltaspalancarono le braccia, tirandosi nervosamente la barba eretrocedendo verso la loro camera. Nel frattempo, la sorella avevasuperato lo smarrimento in cui era caduta dopo l'improvvisainterruzione della musica; dopo essere rimasta un po' con ilviolino e con l'archetto nelle mani che pendevano inerti,continuando a guardare lo spartito come se ancora suonasse, siscosse, depose lo strumento in grembo alla madre, che sedevaancora al suo posto respirando a fatica, e corse nella stanzaaccanto, verso la quale si avvicinavano i pensionanti, sospintidal padre. Sotto le sue mani esperte, coperte e cuscini volaronoin aria, per ridisporsi in bell'ordine sui letti. Prima ancora chei signori avessero raggiunto la stanza, aveva preparato ogni cosaed era scivolata fuori. Il padre sembrava preso così tanto dal suospirito di ostinazione, da dimenticare il rispetto che doveva aisuoi ospiti. Continuava a spingere e spingere, finché il signoredi mezzo, già sulla soglia della camera, non batté, imprecando, unpiede a terra, costringendolo a fermarsi. Il signore alzò la mano,cercò con lo sguardo la madre e la sorella, e disse: "Dichiaroche, considerate le sconcezze esistenti in questa casa e in questafamiglia", a questo punto, con decisione improvvisa, sputò sulpavimento, "do disdetta immediata della camera. Naturalmente nonpagherò un soldo per i giorni che ho abitato qui, vedrò se nonsarà addirittura il caso di chiedervi un indennizzo che,credetemi, sarebbe molto facile da motivare". Tacque e rimase conlo sguardo fisso davanti a sé, come in attesa. Infatti,intervennero gli amici: "Anche noi diamo disdetta immediata". Allora il signore di mezzo afferrò la maniglia della porta e sichiuse dentro, con fracasso, la porta.

   El padre se tambaleaba tanteando con las manos en dirección a su silla y se dejó caer en ella. Parecía como si se preparase para su acostumbrada siestecita nocturna, pero la profunda inclinación de su cabeza, abatida como si nada la sostuviese, mostraba que de ninguna manera dormía. Gregorio yacía todo el tiempo en silencio en el mismo sitio en que le habían descubierto los huéspedes. La decepción por el fracaso de sus planes, pero quizá también la debilidad causada por el hambre que pasaba, le impedían moverse. Temía, con cierto fundamento, que dentro de unos momentos se desencadenase sobre él una tormenta general, y esperaba. Ni siquiera se sobresaltó con el ruido del violín que, por entre los temblorosos dedos de la madre, se cayó de su regazo y produjo un sonido retumbante.

   Il padre barcollò, annaspando, fino alla sua poltrona e ci silasciò cadere pesantemente; sembrava quasi che ci si fosse distesoper il pisolino serale, ma le scosse che imprimeva alla testaabbandonata mostravano che non dormiva affatto. Gregorio erarimasto, per tutto il tempo, fermo nel posto in cui i pensionantilo avevano sorpreso. La delusione per il fallimento del suo piano,forse anche la debolezza provocata dalla gran fame, non glipermettevano di muoversi. Sapeva che da un momento all'altro sisarebbe abbattuto su di lui un attacco di tutta la famiglia easpettava. Non si spaventò neppure quando il violino cadde, con unsuono profondo, dalle dita tremanti della mamma, che fino a quelmomento lo aveva tenuto in grembo.

   – Queridos padres – dijo la hermana y, como introducción, dio un golpe sobre la mesa –, esto no puede seguir así. Si vosotros no os dais cuenta, yo sí me la doy. No quiero, ante esta bestia, pronunciar el nombre de mi hermano, y por eso solamente digo: tenemos que intentar quitárnoslo de encima. Hemos hecho todo lo humanamente posible por cuidarlo y aceptarlo; creo que nadie puede hacernos el menor reproche.

    – Tiene razón una y mil veces – dijo el padre para sus adentros. La madre, que aún no tenía aire suficiente, comenzó a toser sordamente sobre la mano que tenía ante la boca, con una expresión de enajenación en los ojos.

   "Cari genitori", disse la sorella, picchiando la mano sulla tavolaa guisa d'introduzione, "così non si va avanti. Se non ve neaccorgete voi, me ne accorgo io. Davanti a questa bestiaccia, nonvoglio pronunciare il nome di mio fratello, vi dico solo: dobbiamocercare di liberarcene. Abbiamo fatto quanto era umanamentepossibile per curarlo e sopportarlo, credo; nessuno potrà farci alriguardo il minimo rimprovero". "Ha mille ragioni", disse il padre tra sé. La madre, che ancoranon aveva ripreso fiato, tossiva sordamente nella mano tenutacontro il viso, con un'espressione da folle negli occhi.

   La hermana corrió hacia la madre y le sujetó la frente. El padre parecía estar enfrascado en determinados pensamientos; gracias a las palabras de la hermana, se había sentado más derecho, jugueteaba con su gorra por entre los platos, que desde la cena de los huéspedes seguían en la mesa, y miraba de vez en cuando a Gregorio, que permanecía en silencio.

   La sorella le corse vicino e le sostenne la fronte. Le paroledella sorella sembravano aver chiarito le idee al padre. Drittosulla poltrona, giocherellava col berretto finito tra i piatti cheerano rimasti sul tavolo, e di tanto in tanto alzava lo sguardo suGregorio, sempre immobile al suo posto.

   – Tenemos que intentar quitárnoslo de encima – dijo entonces la hermana, dirigiéndose sólo al padre, porque la madre, con su tos, no oía nada –. Os va a matar a los dos, ya lo veo venir. Cuando hay que trabajar tan duramente como lo hacemos nosotros no se puede, además, soportar en casa este tormento sin fin. Yo tampoco puedo más – y rompió a llorar de una forma tan violenta, que sus lágrimas caían sobre el rostro de la madre, del cual las secaba mecánicamente con las manos.

   "Bisogna cercare di liberarcene", disse la sorella rivolgendosi,ora, solo al padre, perché la mamma, con la sua tosse, non sentivanulla. "Altrimenti finirà con l'ammazzarvi, ne sono certa. Quandosi lavora duro come noi, non è possibile sopportare, per giunta,questo perpetuo martirio in casa. Anch'io non lo sopporto più". Escoppiò in un pianto così violento, che le lacrime presero acolare sul viso della madre, mentre lei, con gesti meccanici, leasciugava.

   – Pero hija – dijo el padre compasivo y con sorprendente comprensión –. ¡Qué podemos hacer!

   "Figlia mia", disse il padre impietosito, con un insolito spiritodi comprensione, "che dobbiamo fare?"

   Pero la hermana sólo se encogió de hombros como signo de la perplejidad que, mientras lloraba, se había apoderado de ella, en contraste con su seguridad anterior.

   La sorella si strinse nelle spalle, esprimendo così la perplessitàche l'aveva colta durante il pianto, in contrasto con la sicurezzadi prima.

   – Si él nos entendiese... – dijo el padre en tono medio interrogante. La hermana, en su llanto, movió violentamente la mano como señal de que no se podía ni pensar en ello.

   "Se lui, almeno, ci capisse!" disse il padre, come ponendo unadomanda; ma la sorella, tra le lacrime, scosse con veemenza lamano, per significare che non c'era da pensarci.

   – Si él nos entendiese... – repitió el padre, y cerrando los ojos hizo suya la convicción de la hermana acerca de la imposibilidad de ello –, entonces sería posible llegar a un acuerdo con él, pero así... –

   "Se lui ci capisse", ripeté il padre chiudendo gli occhi, quasiper dimostrare che, d'accordo con la figlia, escludeva quellapossibilità, "forse potremmo intenderci. Ma così..."

   – Tiene que irse – exclamó la hermana –, es la única posibilidad, padre. Sólo tienes que desechar la idea de que se trata de Gregorio. El haberlo creído durante tanto tiempo ha sido nuestra auténtica desgracia, pero ¿cómo es posible que sea Gregorio? Si fuese Gregorio hubiese comprendido hace tiempo que una convivencia entre personas y semejante animal no es posible, y se hubiese marchado por su propia voluntad: ya no tendríamos un hermano, pero podríamos continuar viviendo y conservaríamos su recuerdo con honor. Pero así esa bestia nos persigue, echa a los huéspedes, quiere, evidentemente, adueñarse de toda la casa y dejar que pasemos la noche en la calle. ¡Mira, padre – gritó de repente –, ya empieza otra vez! Y con un miedo completamente incomprensible para Gregorio, la hermana abandonó incluso a la madre, se arrojó literalmente de su silla, como si prefiriese sacrificar a la madre antes de permanecer cerca de Gregorio, y se precipitó detrás del padre que, principalmente irritado por su comportamiento, se puso también en pie y levantó los brazos a media altura por delante de la hermana para protegerla.

   "Deve andare via!" gridò la sorella. "E' l'unico mezzo, babbo. Devi solo liberarti del pensiero che quel coso è Gregorio. Lanostra vera disgrazia è stata che lo abbiamo creduto per tantotempo. Come potrebbe essere Gregorio? Se fosse Gregorio, sisarebbe accorto da un pezzo che degli uomini non possono conviverecon una bestia simile e se ne sarebbe andato da solo. Avremmoperduto un fratello, è vero, ma avremmo potuto continuare a viveree a onorare la sua memoria. Invece questa bestia ci perseguita,mette in fuga i pensionanti, vuole, è evidente, occupare tutta lacasa e metterci in mezzo a una strada. Guarda, babbo!" gridòd'improvviso. "Ora ricomincia!".

    E in un moto di terrore che Gregorio non riuscì a capire, lasorella abbandonò così bruscamente la madre da far vacillare lapoltrona, quasi preferisse sacrificare la madre piuttosto cherimanere vicino a Gregorio. Quindi corse verso il padre, che,persa a sua volta la testa, si alzò levando le braccia, come perproteggerla.

   Pero Gregorio no pretendía, ni por lo más remoto, asustar a nadie, ni mucho menos a la hermana. Solamente había empezado a darse la vuelta para volver a su habitación y esto llamaba la atención, ya que, como consecuencia de su estado enfermizo, para dar tan difíciles vueltas, tenía que ayudarse con la cabeza, que levantaba una y otra vez y que golpeaba contra el suelo. Se detuvo y miró a su alrededor; su buena intención pareció ser entendida; sólo había sido un susto momentáneo, ahora todos le miraban tristes y en silencio. La madre yacía en su silla con las piernas extendidas y apretadas una contra otra, los ojos casi se le cerraban de puro agotamiento. El padre y la hermana estaban sentados uno junto a otro, y la hermana había colocado su brazo alrededor del cuello del padre.

   Ma Gregorio non ci pensava a spaventare qualcuno, tanto meno lasorella. Aveva solo cominciato a girarsi per tornare nella suastanza; i suoi movimenti potevano sembrare sospetti perché,sofferente com'era, nelle fasi più difficili doveva aiutarsi conla testa, che alzava a diverse riprese, e poi batteva sulpavimento. Si fermò e si guardò intorno. Si erano accorti,sembrava, delle sue buone intenzioni: era stato solo un momento dipanico. Ora lo guardavano tristi e in silenzio. La madre eraallungata sulla sua poltrona, le gambe distese e strette unaall'altra, gli occhi quasi chiusi dalla stanchezza; il padre e lasorella sedevano vicini, la sorella aveva appoggiato il bracciointorno al collo del padre.

   «Quizá pueda darme la vuelta ahora», pensó Gregorio, y empezó de nuevo su actividad. No podía contener los resuellos por el esfuerzo y de vez en cuando tenía que descansar.

   "Ora, forse, posso girarmi", pensò Gregorio, e si rimise allavoro. Lo sforzo gli dava l'affanno e ogni tanto doveva riposare.

   Por lo demás, nadie le apremiaba, se le dejaba hacer lo que quisiera. Cuando hubo dado la vuelta del todo comenzó enseguida a retroceder todo recto... Se asombró de la gran distancia que le separaba de su habitación y no comprendía cómo, con su debilidad, hacía un momento había recorrido el mismo camino sin notarlo. Concentrándose constantemente en avanzar con rapidez, apenas se dio cuenta de que ni una palabra, ni una exclamación de su familia le molestaba.

   Ma nessuno lo spingeva, poteva regolarsi come credeva. Quando ebbefinito di girarsi, cominciò a dirigersi dritto verso la camera. Sistupì per la distanza e non capì come prima avesse potuto coprire,debole com'era, tutto quel tratto, quasi senza accorgersene. Sempre preoccupato di strisciare via più in fretta che poteva, nonsi accorse che non una parola, non un grido della famiglia loturbarono.

   Cuando ya estaba en la puerta volvió la cabeza, no por completo, porque notaba que el cuello se le ponía rígido, pero sí vio aún que tras de él nada había cambiado, sólo la hermana se había levantado. Su última mirada acarició a la madre que, por fin, se había quedado profundamente dormida.

   Solo quando ebbe raggiunta la soglia girò la testa, nondel tutto, perché il collo gli si irrigidiva, solo quanto fusufficiente per vedere che alle sue spalle niente era cambiato,soltanto la sorella si era alzata. Il suo ultimo sguardo sfiorò lamadre, ormai assopita.

   Apenas entró en su habitación se cerró la puerta y echaron la llave. Gregorio se asustó tanto del repentino ruido producido detrás de él, que las patitas se le doblaron. Era la hermana quien se había apresurado tanto. Había permanecido en pie allí y había esperado, con ligereza había saltado hacia adelante, Gregorio ni siquiera la había oído venir, y gritó un «¡Por fin!» a los padres mientras echaba la llave. « ¿Y ahora?», se preguntó Gregory, y miró a su alrededor en la oscuridad.

   Appena entrato nella stanza, la porta venne chiusa in fretta,sbarrata e fu girata la chiave. Con tutto quel baccano, Gregoriosi spaventò tanto che le zampine gli si piegarono sotto. Era statala sorella ad avere tanta fretta. Aveva aspettato, dritta inpiedi, quel momento, e poi era balzata avanti senza rumore. Gregorio non l'aveva neppure sentita arrivare. "Finalmente!" gridòrivolta ai genitori, dopo aver dato una mandata alla chiave.

   Pronto descubrió que ya no se podía mover. No se extrañó por ello, más bien le parecía antinatural que, hasta ahora, hubiera podido moverse con estas patitas. Por lo demás, se sentía relativamente a gusto. Bien es verdad que le dolía todo el cuerpo, pero le parecía como si los dolores se hiciesen más y más débiles y, al final, desapareciesen por completo. Apenas sentía ya la manzana podrida de su espalda y la infección que producía a su alrededor, cubiertas ambas por un suave polvo. Pensaba en su familia con cariño y emoción, su opinión de que tenía que desaparecer era, si cabe, aún más decidida que la de su hermana. En este estado de apacible y letárgica meditación permaneció hasta que el reloj de la torre dio las tres de la madrugada. Vivió todavía el comienzo del amanecer detrás de los cristales. A continuación, contra su voluntad, su cabeza se desplomó sobre el suelo y sus orificios nasales exhalaron el último suspiro.

   "E ora?" si chiese Gregorio, guardandosi intorno, nel buio. Siaccorse che non poteva più muoversi. La cosa non lo stupì,piuttosto gli sembrò straordinario di essersi potuto muovere finoa quel momento, sulle sue esili zampe. Del resto, si sentivaabbastanza bene. Aveva, è vero, dolori in tutto il corpo, ma glisembrava che a poco a poco si facessero meno forti e che alla finesarebbero scomparsi del tutto. Non sentiva nemmeno più la melamarcia incastrata nella schiena né la zona infiammata intorno, oracoperta di una polvere sottile. Pensava alla famiglia con teneroaffetto. La sua decisione di sparire era, se possibile, ancora piùferma di quella della sorella. Rimuginando tra sé questi vuoti etranquilli pensieri, sentì l'orologio della torre battere le tredel mattino. Vide ancora una volta, fuori dalla finestra il cielorischiararsi. Poi la testa gli ricadde esanime, e dalle naricisfuggì l'ultimo, tenue respiro.

   Cuando, por la mañana temprano, llegó la asistenta – de pura fuerza y prisa daba tales portazos que, aunque repetidas veces se le había pedido que procurase evitarlo, desde el momento de su llegada era ya imposible concebir el sueño en todo el piso –, en su acostumbrada y breve visita a Gregorio nada le llamó al principio la atención. Pensaba que estaba allí tumbado tan inmóvil a propósito y se hacía el ofendido, le creía capaz de tener todo el entendimiento posible. Como tenía por casualidad la larga escoba en la mano, intentó con ella hacer cosquillas a Gregorio desde la puerta. Al no conseguir nada con ello, se enfadó y pinchó a Gregorio ligeramente, y sólo cuando, sin que él opusiese resistencia, le había movido de su sitio, le prestó atención. Cuando se dio cuenta de las verdaderas circunstancias abrió mucho los ojos, silbó para sus adentros, pero no se entretuvo mucho tiempo, sino que abrió de par en par las puertas del dormitorio y exclamó en voz alta hacia la oscuridad: – ¡Fíjense, la ha diñado, ahí está, la ha diñado del todo! El matrimonio Samsa estaba sentado en la cama e intentaba sobreponerse del susto de la asistenta antes de llegar a comprender su aviso.

   Quando, la mattina presto, arrivò la donna -sia per la fretta,sia per esuberanza, sbatteva le porte in modo tale che, sebbenel'avessero spesso pregata di avere riguardo, al suo arrivo non erapiù possibile dormire tranquilli -nel fare, come sempre, la suabreve visita a Gregorio, non notò, all'inizio, niente distraordinario. Pensò che quello rimaneva di proposito cosìimmobile, per fare l'offeso; perché lo credeva capace di ragionarecome un essere umano. Con la lunga scopa che per caso stringeva,cercò di solleticarlo, rimanendo sulla porta. Visto che neanchecosì otteneva nulla, si arrabbiò e colpì più forte. Il corpo sispostò, senza resistenza; allora si incuriosì. Appena si fu resaconto di quello che era successo, spalancò gli occhi, si mise afischiettare, ma poi non si trattenne, spalancò la porta dellacamera da letto e gridò nel buio: "Vengano a vedere, è crepato; sene sta lì disteso, proprio crepato!"

   Pero después, el señor y la señora Samsa, cada uno por su lado, se bajaron rápidamente de la cama, el señor Samsa se echó la colcha por los hombros, la señora Samsa apareció en camisón, así entraron en la habitación de Gregorio. Entre tanto, también se había abierto la puerta del cuarto de estar, en donde dormía Grete desde la llegada de los huésped des; estaba completamente vestida, como si no hubiese dormido, su rostro pálido parecía probarlo. ¿Muerto? – dijo la señora Samsa, y levantó los ojos con gesto interrogante hacia la asistenta a pesar de que ella misma podía comprobarlo, e incluso podía darse cuenta de ello sin necesidad de comprobarlo. – Digo, ¡ya lo creo! – dijo la asistenta y, como prueba, empujó el cadáver de Gregorio con la escoba un buen trecho hacia un lado. La señora Samsa hizo un movimiento como si quisiera detener la escoba, pero no lo hizo. – Bueno – dijo el señor Samsa –, ahora podemos dar gracias a Dios – se santiguó y las tres mujeres siguieron su ejemplo.

   I due vecchi sedettero sul letto e dovettero rimettersi dallospavento, prima di capire quello che la donna aveva detto. Poi,ognuno dalla sua parte, saltarono in piedi; il marito si buttò unacoperta sulle spalle, la moglie rimase in camicia e così entrarononella camera di Gregorio. Intanto, si era aperta anche la portadella sala, dove Grete dormiva da quando erano arrivati ipensionanti; era completamente vestita, non sembrava che avessedormito, come dimostrava anche il pallore del volto. "E' morto?"chiese la signora Samsa guardando la vecchia con ariainterrogativa, sebbene potesse vedere la cosa da sola e persinoconvincersene senza verifiche. "Direi", disse la donna spingendo,con la scopa, a riprova, il cadavere di Gregorio e facendoloscivolare per un bel tratto. La signora Samsa abbozzò un gesto pertrattenere la scopa, ma si fermò a metà. "Beh", disse il signorSamsa, "ora possiamo ringraziare Iddio". Si fece il segno dellacroce e le tre donne ne seguirono l'esempio.

   Grete, que no apartaba los ojos del cadáver, dijo: – Mirad qué flaco estaba, ya hacía mucho tiempo que no comía nada, las comidas salían tal como entraban.

    Efectivamente, el cuerpo de Gregorio estaba completamente plano y seco, sólo se daban realmente cuenta de ello ahora que ya no le levantaban sus patitas, y ninguna otra cosa distraía la mirada.

   Grete, che non avevadistolto gli occhi dal cadavere, disse: "Guardate com'eradiventato magro. E' tanto che non mangiava più niente. I cibiuscivano dalla camera tali e quali com erano entrati". In realtà,il corpo di Gregorio era secco e appiattito: si vedeva bene, orache non era più sollevato dalle zampine e che nulla distraeva losguardo.

   – Grete, ven un momento a nuestra habitación – dijo la señora Samsa con una sonrisa melancólica, y Grete fue al dormitorio detrás de los padres, no sin volver la mirada hacia el cadáver. La asistenta cerró la puerta y abrió del todo la ventana. A pesar de lo temprano de la mañana, ya había una cierta tibieza mezclada con el aire fresco.

   "Vieni da noi un momentino, Grete", disse la signora Samsa con unsorriso malinconico; e Grete, gettata un'ultima occhiata alcadavere, seguì i genitori in camera da letto. La donna chiuse laporta e spalancò la finestra. Sebbene fosse molto presto, l'ariafresca non sembrava più tanto cruda. Era già la fine di marzo.

   Ya era finales de marzo. Los tres huéspedes salieron de su habitación y miraron asombrados a su alrededor en busca de su desayuno; se habían olvidado de ellos: ¿Dónde está el desayuno? – preguntó de mal humor el señor de en medio a la asistenta, pero ésta se colocó el dedo en la boca e hizo a los señores, apresurada y silenciosamente, señales con la mano para que fuesen a la habitación de Gregorio. Así pues, fueron y permanecieron en pie, con las manos en los bolsillos de sus chaquetas algo gastadas, alrededor del cadáver, en la habitación de Gregorio. Ya totalmente iluminada.

   I tre pensionanti, usciti dalla loro stanza, si guardarono intornostupiti, cercando la loro colazione; erano stati dimenticati. "Dov'è la colazione?" chiese quello di mezzo, accigliato, allavecchia. Questa posò l'indice sulle labbra e in silenzio liinvitò, con un rapido gesto, a entrare nella camera di Gregorio. Quelli si fecero avanti e, con le mani nelle tasche dellegiacchette lise, si fermarono intorno al cadavere, nella luceormai chiara.

   Entonces se abrió la puerta del dormitorio y el señor Samsa apareció vestido con su librea, de un brazo su mujer y del otro su hija. Todos estaban un poco llorosos; a veces Grete apoyaba su rostro en el brazo del padre.

   In quel momento, la porta della camera da letto si aprì e apparveil signor Samsa in uniforme, tenendo a braccetto la moglie e lafiglia. Mostravano tutti tracce di pianto; Grete premeva il visocontro il braccio del padre.

   – Salgan ustedes de mi casa inmediatamente – dijo el señor Samsa, y señaló la puerta sin soltar a las mujeres. ¿Qué quiere usted decir? -dijo el señor de en medio algo aturdido, y sonrió con cierta hipocresía. Los otros dos tenían las manos en la espalda y se las frotaban constantemente una contra otra, como si esperasen con alegría una gran pelea que tenía que resultarles favorable. – Quiero decir exactamente lo que digo – contestó el señor Samsa; se dirigió en bloque con sus acompañantes hacia el huésped. Al principio éste se quedó allí en silencio y miró hacia el suelo, como si las cosas se dispusiesen en un nuevo orden en su cabeza. – Pues entonces nos vamos – dijo después, y levantó los ojos hacia el señor Samsa como si, en un repentino ataque de humildad, le pidiese incluso permiso para tomar esta decisión. El señor Samsa solamente asintió brevemente varias veces con los ojos muy abiertos.

    A continuación el huésped se dirigió, en efecto a grandes pasos hacia el vestíbulo; sus dos amigos llevaban ya un rato escuchando con las manos completamente tranquilas y ahora daban verdaderos brincos tras de él, como si tuviesen miedo de que el señor Samsa entrase antes que ellos en el vestíbulo e impidiese el contacto con su guía. Ya en el vestíbulo, los tres cogieron sus sombreros del perchero, sacaron sus bastones de la bastonera, hicieron una reverencia en silencio y salieron de la casa. Con una desconfianza completamente infundada, como se demostraría después, el señor Samsa salió con las dos mujeres al rellano; apoyados sobre la barandilla veían cómo los tres, lenta pero constantemente, bajaban la larga escalera, en cada piso desaparecían tras un determinado recodo y volvían a aparecer a los pocos instantes. Cuanto más abajo estaban tanto más interés perdía la familia Samsa por ellos, y cuando un oficial carnicero, con la carga en la cabeza en una posición orgullosa, se les acercó de frente y luego, cruzándose con ellos, siguió subiendo, el señor Samsa abandonó la barandilla con las dos mujeres y todos regresaron aliviados a su casa.

   "Se ne vadano subito dalla mia casa!" disse il signor Samsamostrando la porta, senza lasciare le due donne. "Che intende dire?" chiese, perplesso, il signore di mezzo, con unsorriso dolciastro. Gli altri due continuavano a stropicciarsi lemani dietro la schiena, quasi aspettassero, tutti soddisfatti, unagran discussione, destinata a concludersi a loro vantaggio. "Intendo esattamente dire quello che ho detto", rispose il signorSamsa; e insieme con le due donne avanzò contro il pensionante. Quello rimase, dapprima, immobile a fissare in silenzio ilpavimento, come se le cose gli si presentassero ora da un nuovopunto di vista. "Bene, in questo caso ce ne andiamo", feceguardando il signor Samsa come se, in un accesso improvviso diumiltà, dovesse chiedergli un permesso per questa decisione. Ilsignor Samsa si limitò ad accennare più volte, brevemente, con ilcapo, fissandolo con gli occhi spalancati. Il signore uscì agrandi passi nell'anticamera; i due amici, che erano rimasti inascolto con le mani tranquille, gli saltarono immediatamentedietro, quasi temessero che il signor Samsa potesse precederli,impedendo che si riunissero al loro capo. In anticamera presero icappelli dall'attaccapanni, tolsero i bastoni dal portaombrelli,si inchinarono in silenzio e lasciarono la casa. Per un senso didiffidenza, rivelatosi poi ingiustificato, il signor Samsa e ledue donne uscirono sul pianerottolo. Appoggiati alla ringhiera,rimasero a guardare i tre signori che, a passo lento ma continuo,scendevano la lunga scala, scomparendo a ogni piano sotto unacerta curva e riapparendo dopo qualche istante. Quanto più quelliscendevano in basso, altrettanto calava l'interesse della famigliaSamsa; quando un garzone di macellaio li ebbe raggiunti e poisuperati, salendo fiero la scala con un paniere sulla testa, ilsignor Samsa con le donne abbandonò la ringhiera e tuttirientrarono, come sollevati, in casa.

   Decidieron utilizar aquel día para descansar e ir de paseo; no solamente se habían ganado esta pausa en el trabajo, sino que, incluso, la necesitaban a toda costa. Así pues, se sentaron a la mesa y escribieron tres justificantes: el señor Samsa a su dirección, la señora Samsa al señor que le daba trabajo, y Grete al dueño de la tienda. Mientras escribían entró la asistenta para decir que ya se marchaba porque había terminado su trabajo de por la mañana. Los tres que escribían solamente asintieron al principio sin levantar la vista; cuando la asistenta no daba señales de retirarse levantaron la vista enfadados. ¿Qué pasa? – preguntó el señor Samsa. La asistenta permanecía de pie junto a la puerta, como si quisiera participar a la familia un gran éxito, pero sólo lo haría cuando se la interrogase con todo detalle. La pequeña pluma de avestruz colocada casi derecha sobre su sombrero, que, desde que estaba a su servicio, incomodaba al señor Samsa, se balanceaba suavemente en todas las direcciones.

    – ¿Qué es lo que quiere usted? – preguntó la señora Samsa, que era, de todos, la que más respetaba la asistenta. – Bueno contestó la asistenta, y no podía seguir hablando de puro sonreír amablemente –, no tienen que preocuparse de cómo deshacerse de la cosa esa de al lado. Ya está todo arreglado.

    La señora Samsa y Grete se inclinaron de nuevo sobre sus cartas, como si quisieran continuar escribiendo; el señor Samsa, que se dio cuenta de que la asistenta quería empezar a contarlo todo con todo detalle, lo rechazó decididamente con la mano extendida. Como no podía contar nada, recordó la gran prisa que tenía, gritó visiblemente ofendida: « ¡Adiós a todos!», se dio la vuelta con rabia y abandonó la casa con un portazo tremendo.

   Decisero di dedicare quel giorno al riposo e al passeggio; nonsolo avevano meritato quella tregua, ma ne avevano assolutamentebisogno. Sedettero al tavolo e scrissero tre lettere di scusa, ilsignor Samsa al suo direttore, la signora al suo commissionario eGrete al suo principale. Mentre stavano scrivendo, entrò lavecchia a dire che aveva finito e che se ne andava. I treannuirono, senza alzare lo sguardo; poi guardarono risentiti,perché la donna non accennava a muoversi.

    "Allora?" chiese il signor Samsa. La donna si era fermatasorridente sulla soglia, come se avesse da annunciare allafamiglia una grande fortuna, ma volesse prima farsi pregare. Lapiccola penna di struzzo dritta sul cappello, che il signor Samsa,da quando la donna era al suo servizio, non aveva mai potutosoffrire, oscillava in tutte le direzioni. "Ma cosa vuole,insomma?" chiese la signora Samsa. Per lei la donna mostravamaggiore rispetto che per gli altri. "Eh sì", fece quella, e nonpoté continuare a parlare, tanto rideva contenta. "Insomma, volevodire dire che non si devono preoccupare sul come portare viaquella roba là. Ho pensato a tutto io".

    La signora Samsa e Grete si chinarono sulle loro lettere, come perriprendere a scrivere. Il signor Samsa, accortosi che la donnaaveva intenzione di riferire ogni cosa nei particolari, la fermòcon un gesto risoluto. Visto che non le lasciavano raccontarenulla, quella si ricordò di avere una gran fretta, gridò,visibilmente offesa, "Arrivederci a tutti!" si girò di furia eabbandonò, dopo una tremenda sbattuta di porta, la casa.

   – Esta noche el despido dijo el señor Samsa, pero no recibió una respuesta ni de su mujer ni de su hija, porque la asistenta parecía haber turbado la tranquilidad apenas recién conseguida. Se levantaron, fueron hacia la ventana y permanecieron allí abrazadas. El señor Samsa se dio la vuelta en su silla hacia ellas y las observó en silencio un momento, luego las llamó: – Vamos, venid. Olvidad de una vez las cosas pasadas y tened un poco de consideración conmigo. Las mujeres le obedecieron enseguida, corrieron hacia él, le acariciaron y terminaron rápidamente sus cartas.

   "Stasera, la licenziamo", disse il signor Samsa, ma né la mogliené la figlia gli risposero, perché la domestica sembrava avere dinuovo turbato la pace appena riconquistata. Si alzarono, andaronoalla finestra e rimasero lì abbracciate. Il signor Samsa si rigiròsulla poltrona e rimase a guardarle per qualche momento. Poigridò: "Basta ora, venite qua. Smettetela di pensare alle vecchiestorie e abbiate un po' di riguardo anche per me". Le donne ubbidirono subito, corsero verso di lui, lovezzeggiarono, e finirono in fretta le loro lettere.

   Después, los tres abandonaron el piso juntos, cosa que no habían hecho desde hacía meses, y se marcharon al campo, fuera de la ciudad, en el tranvía. El vehículo en el que estaban sentados solos estaba totalmente iluminado por el cálido sol. Recostados cómodamente en sus asientos, hablaron de las perspectivas para el futuro y llegaron a la conclusión de que, vistas las cosas más de cerca, no eran malas en absoluto, porque los tres trabajos, a este respecto todavía no se habían preguntado realmente unos a otros, eran sumamente buenos y, especialmente, muy prometedores para el futuro. Pero la gran mejoría inmediata de la situación tenía que producirse, naturalmente, con más facilidad con un cambio de piso; ahora querían cambiarse a un piso más pequeño y más barato, pero mejor ubicado y, sobre todo, más práctico que el actual, que había sido escogido por Gregorio. Mientras hablaban así, al señor y a la señora Samsa se les ocurrió casi al mismo tiempo, al ver a su hija cada vez más animada, que en los últimos tiempos, a pesar de las calamidades que habían hecho palidecer sus mejillas, se había convertido en una joven lozana y hermosa. Tornándose cada vez más silenciosos y entendiéndose casi inconscientemente con las miradas, pensaban que ya llegaba el momento de buscarle un buen marido, y para ellos fue como una confirmación de sus nuevos sueños y buenas intenciones cuando, al final de su viaje, fue la hija quien se levantó primero y estiró su cuerpo joven.

   Uscirono di casa tutti insieme, cosa che non facevano da mesi, eandarono a prendere un tram per uscire dalla città. La vettura, incui sedevano soli, era piena della luce di un sole tiepido. Appoggiati comodamente agli schienali, discussero le possibilitàdel loro avvenire; e, tutto considerato, non le consideravanotroppo brutte: non avevano mai parlato accuratamente delle lorofaccende, ma i loro impieghi erano buoni e soprattuttopromettevano bene. Intanto, si sarebbero procurati un grandevantaggio, cambiando subito casa. Avrebbero preso un appartamentopiù piccolo e più modesto, ma meglio esposto e, in particolare,più pratico di quello attuale, che era stato scelto da Gregorio. Mentre discorrevano di queste cose, quasi nello stesso momento, ilsignore e la signora Samsa si accorsero, guardando la lorofigliola diventare sempre più vivace, come Grete, nonostante lepene che negli ultimi tempi avevano fatto impallidire le sueguance, era diventata una bella, florida ragazza. La loroconversazione languì e gettandosi, senza volere, occhiated'intesa, pensarono che sarebbe stato tempo di cercarle un bravomarito. E fu per loro una conferma dei loro freschi sogni e delleloro buone intenzioni quando, alla fine della corsa, la figliolasi alzò per prima, stirando il suo giovane corpo.

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