Alice nel Paese delle meraviglie

Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas

   VIII

   Capítulo VIII

   Il croquet della Regina

   El croquet de la reina

   Un gran cespuglio di rose stava presso all’ingresso del giardino. Le rose germogliate erano bianche, ma v’erano lì intorno tre giardinieri occupati a dipingerle rosse. "È strano!" pensò Alice, e s’avvicinò per osservarli, e come fu loro accanto, sentì dire da uno: — Bada, Cinque! non mi schizzare la tua tinta addosso!

   Un gran rosal se alzaba cerca de la entrada del jardín: sus rosas eran blancas, pero había allí tres jardineros ocupados en pintarlas de rojo. A Alicia le pareció muy extraño, y se acercó para averiguar lo que pasaba, y al acercarse a ellos oyó que uno de los jardineros decía:

-¡Ten cuidado, Cinco! ¡No me salpiques así de pintura!

   — E che vuoi da me? — rispose Cinque in tono burbero. — Sette mi ha urtato il braccio.

   -No es culpa mía -dijo Cinco, en tono dolido-. Siete me ha dado un golpe en el codo.

   Sette lo guardò e disse: — Ma bene! Cinque dà sempre la colpa agli altri!

   Ante lo cual, Siete levantó los ojos dijo:

-¡Muy bonito, Cinco! ¡Échales siempre la culpa a los demás!

   — Tu faresti meglio a tacere! — disse Cinque. — Proprio ieri la Regina diceva che tu meriteresti di essere decapitato!

   -¡Mejor será que calles esa boca! -dijo Cinco-. ¡Ayer mismo oí decir a la Reina que debían cortarte la cabeza!

   — Perchè? — domandò il primo che aveva parlato.

   -¿Por qué? -preguntó el que había hablado en primer lugar.

   — Questo non ti riguarda, Due! — rispose Sette.

   -¡Eso no es asunto tuyo, Dos! -dijo Siete.

   — Sì, che gli riguarda! — disse Cinque; — e glielo dirò io... perchè hai portato al cuoco bulbi di tulipani invece di cipolle.

   -¡Sí es asunto suyo! -protestó Cinco-. Y voy a decírselo: fue por llevarle a la cocinera bulbos de tulipán en vez de cebollas.

   Sette scagliò lontano il pennello, e stava lì lì per dire: — Di tutte le cose le più ingiuste... — quando incontrò gli occhi di Alice e si mangiò il resto della frase. Gli altri similmente si misero a guardarla e le fecero tutti insieme una profonda riverenza.

   Siete tiró la brocha al suelo y estaba empezando a decir: «¡Vaya! De todas las injusticias...», cuando sus ojos se fijaron casualmente en Alicia, que estaba allí observándolos, y se calló en el acto. Los otros dos se volvieron también hacia ella, y los tres hicieron una profunda reverencia.

   — Volete gentilmente dirmi, — domandò Alice, con molta timidezza, — perchè state dipingendo quelle rose?

   -¿Querrían hacer el favor de decirme -empezó Alicia con cierta timidez- por qué están pintando estas rosas?

   Cinque e Sette non risposero, ma diedero uno sguardo a Due. Due disse allora sottovoce: — Perchè questo qui doveva essere un rosaio di rose rosse. Per isbaglio ne abbiamo piantato uno di rose bianche. Se la Regina se ne avvedesse, ci farebbe tagliare le teste a tutti. Così, signorina, facciamo il possibile per rimediare prima ch’essa venga a... In quell’istante Cinque che guardava attorno pieno d’ansia, gridò: — La Regina! la Regina! — e i tre giardinieri si gettarono immediatamente a faccia a terra. Si sentì un gran scalpiccìo, e Alice si volse curiosa a veder la Regina.

   Cinco y Siete no dijeron nada, pero miraron a Dos. Dos empezó en una vocecita temblorosa:

-Pues, verá usted, señorita, el hecho es que esto tenía que haber sido un rosal rojo, y nosotros plantamos uno blanco por equivocación, y, si la Reina lo descubre, nos cortarán a todos la cabeza, sabe. Así que, ya ve, señorita, estamos haciendo lo posible, antes de que ella llegue, para...

En este momento, Cinco, que había estado mirando ansiosamente por el jardín, gritó: «¡La Reina! ¡La Reina!», y los tres jardineros se arrojaron inmediatamente de bruces en el suelo. Se oía un ruido de muchos pasos, y Alicia miró a su alrededor, ansiosa por ver a la Reina.

   Prima comparvero dieci soldati armati di bastoni: erano della forma dei tre giardinieri, bislunghi e piatti, le mani e i piedi agli angoli: seguivano dieci cortigiani, tutti rilucenti di diamanti; e sfilavano a due a due come i soldati. Venivano quindi i principi reali, divisi a coppie e saltellavano a due a due, tenendosi per mano: erano ornati di cuori. Poi sfilavano gli invitati, la maggior parte re e regine, e fra loro Alice riconobbe il Coniglio Bianco che discorreva in fretta nervosamente, sorridendo di qualunque cosa gli si dicesse. Egli passò innanzi senza badare ad Alice. Seguiva il fante di cuori, portando la corona reale sopra un cuscino di velluto rosso; e in fondo a tutta questa gran processione venivano Il Re e la Regina Di Cuori.

   Primero aparecieron diez soldados, enarbolando tréboles. Tenían la misma forma que los tres jardineros, oblonga y plana, con las manos y los pies en las esquinas. Después seguían diez cortesanos, adornados enteramente con diamantes, y formados, como los soldados, de dos en dos. A continuación venían los infantes reales; eran también diez, y avanzaban saltando, cogidos de la mano de dos en dos, adornados con corazones. Después seguían los invitados, casi todos reyes y reinas, y entre ellos Alicia reconoció al Conejo Blanco: hablaba atropelladamente, muy nervioso, sonriendo sin ton ni son, y no advirtió la presencia de la niña. A continuación venía el Valet de Corazones, que llevaba la corona del Rey sobre un cojín de terciopelo carmesí. Y al final de este espléndido cortejo avanzaban el Rey y la Reina de Corazones.

   Alice non sapeva se dovesse prosternarsi, come i tre giardinieri, ma non potè ricordarsi se ci fosse un costume simile nei cortei reali. "E poi, a che servirebbero i cortei, — riflettè, — se tutti dovessero stare a faccia per terra e nessuno potesse vederli?" Così rimase in piedi ad aspettare.

   Alicia estaba dudando si debería o no echarse de bruces como los tres jardineros, pero no recordaba haber oído nunca que tuviera uno que hacer algo así cuando pasaba un desfile. «Y además», pensó, «¿de qué serviría un desfile, si todo el mundo tuviera que echarse de bruces, de modo que no pudiera ver nada?» Así pues, se quedó quieta donde estaba, y esperó.

   Quando il corteo arrivò di fronte ad Alice, tutti si fermarono e la guardarono; e la Regina gridò con cipiglio severo: — Chi è costei? — e si volse al fante di cuori, il quale per tutta risposta sorrise e s’inchinò.

   Cuando el cortejo llegó a la altura de Alicia, todos se detuvieron y la miraron, y la Reina preguntó severamente:

-¿Quién es ésta?

La pregunta iba dirigida al Valet de Corazones, pero el Valet no hizo más que inclinarse y sonreír por toda respuesta.

   — Imbecille! — disse la Regina, scotendo la testa impaziente; indi volgendosi ad Alice, continuò a dire: — Come ti chiami, fanciulla?

   -¡Idiota! -dijo la Reina, agitando la cabeza con impaciencia, y, volviéndose hacia Alicia, le preguntó-: ¿Cómo te llamas, niña?

   — Maestà, mi chiamo Alice, — rispose la fanciulla con molta garbatezza, ma soggiunse fra sè: "Non è che un mazzo di carte, dopo tutto? Perchè avrei paura?"

   -Me llamo Alicia, para servir a Su Majestad -contestó Alicia en un tono de lo más cortés, pero añadió para sus adentros: «Bueno, a fin de cuentas, no son más que una baraja de cartas. ¡No tengo por qué sentirme asustada!»

   — E quelli chi sono? — domandò la Regina indicando i tre giardinieri col viso a terra intorno al rosaio; perchè, comprendete, stando così in quella posizione, il disegno posteriore rassomigliava a quello del resto del mazzo, e la Regina non poteva distinguere se fossero giardinieri, o soldati, o cortigiani, o tre dei suoi stessi figliuoli.

   -¿Y quiénes son éstos? -siguió preguntando la Reina, mientras señalaba a los tres jardineros que yacían en torno al rosal.

Porque, claro, al estar de bruces sólo se les veía la parte de atrás, que era igual en todas las cartas de la baraja, y la Reina no podía saber si eran jardineros, o soldados, o cortesanos, o tres de sus propios hijos.

   — Come volete che io lo sappia? — rispose Alice, che si meravigliava del suo coraggio. — È cosa che non mi riguarda.

   -¿Cómo voy a saberlo yo? -replicó Alicia, asombrada de su propia audacia-. ¡No es asunto mío!

   La Regina diventò di porpora per la rabbia e, dopo di averla fissata selvaggiamente come una bestia feroce, gridò: — Tagliatele la testa, subito!...

   La Reina se puso roja de furia, y, tras dirigirle una mirada fulminante y feroz, empezó a gritar:

-¡Que le corten la cabeza! ¡Que le corten...!

   — Siete matta! — rispose Alice a voce alta e con fermezza; e la Regina tacque.

   -¡Tonterías! -exclamó Alicia, en voz muy alta y decidida.

Y la Reina se calló.

   Il Re mise la mano sul braccio della Regina, e disse timidamente: — Rifletti, cara mia, è una bambina!

   El Rey le puso la mano en el brazo, y dijo con timidez:

Considera, cariño, que sólo se trata de una niña!

   La Regina irata gli voltò le spalle e disse al fante: — Voltateli!

   La Reina se desprendió furiosa de él, y dijo al Valet:

-¡Dales la vuelta a éstos!

   Il fante obbedì, e con un piede voltò attentamente i giardinieri.

   Y así lo hizo el Valet, muy cuidadosamente, con un pie.

   — Alzatevi! — gridò la Regina, e i tre giardinieri, si levarono immediatamente in piedi, inchinandosi innanzi al Re e alla Regina, ai principi reali, e a tutti gli altri.

   -¡Arriba! -gritó la Reina, en voz fuerte y detonante.

Y los tres jardineros se pusieron en pie de un salto, y empezaron a hacer profundas reverencias al Rey, a la Reina, a los infantes reales, al Valet y a todo el mundo.

   — Basta! — strillò la regina. — Mi fate girare la testa. — E guardando il rosaio continuò: — Che facevate qui?

   -¡Basta ya! -gritó la Reina-. ¡Me estáis poniendo nerviosa! -Y después, volviéndose hacia el rosal, continuó-: ¡Qué diablos habéis estado haciendo aquí?

   — Con buona grazia della Maestà vostra, — rispose Due umilmente, piegando il ginocchio a terra, tentavamo...

   -Con la venia de Su Majestad -empezó a explicar Dos, en tono muy humilde, e hincando en el suelo una rodilla mientras hablaba-, estábamos intentando...

   — Ho compreso! — disse la Regina, che aveva già osservato le rose, — Tagliate loro la testa! — E il corteo reale si rimise in moto, lasciando indietro tre soldati, per mozzare la testa agli sventurati giardinieri, che corsero da Alice per esserne protetti.

   -¡Ya lo veo! -estalló la Reina, que había estado examinando las rosas ¡Que les corten la cabeza!

Y el cortejo se puso de nuevo en marcha, aunque tres soldados se quedaron allí para ejecutar a los desgraciados jardineros, que corrieron a refugiarse junto a Alicia.

   — Non vi decapiteranno! — disse Alice, e li mise in un grosso vaso da fiori accanto a lei. I tre soldati vagarono qua e là per qualche minuto in cerca di loro, e poi tranquillamente seguirono gli altri.

   -¡No os cortarán la cabeza! -dijo Alicia, y los metió en una gran maceta que había allí cerca.

Los tres soldados estuvieron algunos minutos dando vueltas por allí, buscando a los jardineros, y después se marcharon tranquilamente tras el cortejo.

   — Avete loro mozzata la testa? — gridò la Regina.

   -¿Han perdido sus cabezas? -gritó la Reina.

   — Maestà, le loro teste se ne sono andate! — risposero i soldati.

   -Sí, sus cabezas se han perdido, con la venia de Su Majestad - gritaron los soldados como respuesta.

   — Bene! — gridò la Regina. — Si gioca il croquet?

   -¡Muy bien! -gritó la Reina-. ¿Sabes jugar al croquet?

   I soldati tacevano e guardavano Alice, pensando che la domanda fosse rivolta a lei.

   Los soldados guardaron silencio, y volvieron la mirada hacia Alicia, porque era evidente que la pregunta iba dirigida a ella.

   — Sì! — gridò Alice.

   -¡Sí! -gritó Alicia.

   — Venite qui dunque! — urlò la Regina. E Alice seguì il corteo, curiosa di vedere il seguito.

   -¡Pues andando! -vociferó la Reina.

Y Alicia se unió al cortejo, preguntándose con gran curiosidad qué iba a suceder a continuación.

   — Che bel tempo! — disse una timida voce accanto a lei. Ella s’accorse di camminare accanto al Coniglio bianco, che la scrutava in viso con una certa ansia.

   -Hace... ¡hace un día espléndido! -murmuró a su lado una tímida vocecilla.

Alicia estaba andando al lado del Conejo Blanco, que la miraba con ansiedad.

   — Bene, — rispose Alice: — dov’è la Duchessa?

   -Mucho -dijo Alicia-. ¿Dónde está la Duquesa?

   — St! st! — disse il Coniglio a voce bassa, con gran fretta. Si guardò ansiosamente d’intorno levandosi in punta di piedi, avvicinò la bocca all’orecchio della bambina: — È stata condannata a morte.

   -¡Chitón! ¡Chit6n! -dijo el Conejo en voz baja y apremiante. Miraba ansiosamente a sus espaldas mientras hablaba, y después se puso de puntillas, acercó el hocico a la oreja de Alicia y susurró-: Ha sido condenada a muerte.

   — Per qual reato? — domandò Alice.

   -¿Por qué motivo? -quiso saber Alicia.

   — Hai detto: "Che peccato?" — chiese il Coniglio.

   -¿Has dicho «pobrecilla»? -preguntó el Conejo.

   — Ma no, — rispose Alice: — Ho detto per che reato?

   -No, no he dicho eso. No creo que sea ninguna «pobrecilla». He dicho: ¿Por qué motivo?»

   — Ha dato uno schiaffo alla Regina... —cominciò il coniglio. Alice ruppe in una risata. — Zitta! — bisbigliò il Coniglio tutto tremante. — Ti potrebbe sentire la Regina! Sai, è arrivata tardi, e la Regina ha detto...

   -Le dio un sopapo a la Reina... -empezó a decir el Conejo, y a Alicia le dio un ataque de risa-. ¡Chitón! ¡Chitón! -suplicó el Conejo con una vocecilla aterrada-. ¡Va a oírte la Reina! Lo ocurrido fue que la Duquesa llegó bastante tarde, y la Reina dijo...

   — Ai vostri posti! — gridò la Regina con voce tonante. E gl’invitati si sparpagliarono in tutte le direzioni, l’uno rovesciando l’altro: finalmente, dopo un po’, poterono disporsi in un certo ordine, e il giuoco cominciò. Alice pensava che in vita sua non aveva mai veduto un terreno più curioso per giocare il croquet; era tutto a solchi e zolle; le palle erano ricci, i mazzapicchi erano fenicotteri vivi, e gli archi erano soldati vivi, che si dovevano curvare e reggere sulle mani e sui piedi.

   -¡Todos a sus sitios! -gritó la Reina con voz de trueno.

Y todos se pusieron a correr en todas direcciones, tropezando unos con otros. Sin embargo, unos minutos después ocupaban sus sitios, y empezó el partido. Alicia pensó que no había visto un campo de croquet tan raro como aquél en toda su vida. Estaba lleno de montículos y de surcos. As bolas eran erizos vivos, los mazos eran flamencos vivos, y los soldados tenían que doblarse y ponerse a cuatro patas para formar los aros.

   La principale difficoltà consisteva in ciò, che Alice non sapeva come maneggiare il suo fenicottero; ma poi riuscì a tenerselo bene avviluppato sotto il braccio, con le gambe penzoloni; ma quando gli allungava il collo e si preparava a picchiare il riccio con la testa, il fenicottero girava il capo e poi si metteva a guardarla in faccia con una espressione di tanto stupore che ella non poteva tenersi dallo scoppiare dalle risa: e dopo che gli aveva fatto abbassare la testa, e si preparava a ricominciare, ecco che il riccio si era svolto, e se n’andava via. Oltre a ciò c’era sempre una zolla o un solco là dove voleva scagliare il riccio, e siccome i soldati incurvati si alzavano e andavan vagando qua e là, Alice si persuase che quel giuoco era veramente difficile.

   La dificultad más grave con que Alicia se encontró al principio fue manejar a su flamenco. Logró dominar al pajarraco metiéndoselo debajo del brazo, con las patas colgando detrás, pero casi siempre, cuando había logrado enderezarle el largo cuello y estaba a punto de darle un buen golpe al erizo con la cabeza del flamenco, éste torcía el cuello y la miraba derechamente a los ojos con tanta extrañeza, que Alicia no podía contener la risa. Y cuando le había vuelto a bajar la cabeza y estaba dispuesta a empezar de nuevo, era muy irritante descubrir que el erizo se había desenroscado y se alejaba arrastrándose. Por si todo esto no bastara, siempre había un montículo o un surco en la dirección en que ella quería lanzar al erizo, y, como además los soldados doblados en forma de aro no paraban de incorporarse y largarse a otros puntos del campo, Alicia llegó pronto a la conclusión de que se trataba de una partida realmente difícil.

   I giocatori giocavano tutti insieme senza aspettare il loro turno, litigando sempre e picchiandosi a cagion dei ricci; e in breve la Regina diventò furiosa, e andava qua e là pestando i piedi e gridando: — Mozzategli la testa! — oppure: — Mozzatele la testa! — almeno una volta al minuto.

   Los jugadores jugaban todos a la vez, sin esperar su turno, discutiendo sin cesar y disputándose los erizos. Y al poco rato la Reina había caído en un paroxismo de furor y andaba de un lado a otro dando patadas en el suelo y gritando a cada momento «¡Que le corten a éste la cabeza!» o «¡Que le corten a ésta la cabeza!»

   — Alice cominciò a sentirsi un po’ a disagio: e vero che non aveva avuto nulla da dire con la Regina; ma poteva succedere da un momento all’altro, e pensò: "Che avverrà di me? Qui c’è la smania di troncar teste. Strano che vi sia ancora qualcuno che abbia il collo a posto!"

   Alicia empezó a sentirse incómoda: a decir verdad ella no había tenido todavía ninguna disputa con la Reina, pero sabía que podía suceder en cualquier instante. «Y entonces», pensaba, «¿qué será de mí? Aquí todo lo arreglan cortando cabezas. Lo extraño es que quede todavía alguien con vida!»

   E pensava di svignarsela, quando scorse uno strano spettacolo in aria. Prima ne restò sorpresa, ma dopo aver guardato qualche istante, vide un ghigno e disse fra sè: "È Ghignagatto: potrò finalmente parlare con qualcuno."

   Estaba buscando pues alguna forma de escapar, Y preguntándose si podría irse de allí sin que la vieran, cuando advirtió una extraña aparición en el aire. Al principio quedó muy desconcertada, pero, después de observarla unos minutos, descubrió que se trataba de una sonrisa, y se dijo:

-Es el Gato de Cheshire. Ahora tendré alguien con quien poder hablar.

   — Come va il giuoco? — disse il Gatto, appena ebbe tanto di bocca da poter parlare.

   -¿Qué tal estás? -le dijo el Gato, en cuanto tuvo hocico suficiente para poder hablar.

   Alice aspettò che apparissero gli occhi, e poi fece un cenno col capo. "È inutile parlargli, — pensò, — aspettiamo che appaiano le orecchie, almeno una." Tosto apparve tutta la testa, e Alice depose il suo fenicottero, e cominciò a raccontare le vicende del giuoco, lieta che qualcuno le prestasse attenzione. Il Gatto intanto dopo aver messa in mostra la testa, credè bene di non far apparire il resto del corpo.

   Alicia esperó hasta que aparecieron los ojos, y entonces le saludó con un gesto. «De nada servirá que le hable», pensó, «hasta que tenga orejas, o al menos una de ellas». Un minuto después había aparecido toda la cabeza, Y entonces Alicia dejó en el suelo su flamenco y empezó a contar lo que, ocurría en el juego, muy contenta de tener a alguien que la escuchara. El Gato creía sin duda que su parte visible era ya suficiente, y no apareció nada más.

   — Non credo che giochino realmente, — disse Alice lagnandosi. — Litigano con tanto calore che non sentono neanche la loro voce... non hanno regole nel giuoco; e se le hanno, nessuno le osserva... E poi c’è una tal confusione con tutti questi oggetti vivi; che non c’è modo di raccapezzarsi. Per esempio, ecco l’arco che io dovrei attraversare, che scappa via dall’altra estremità del terreno... Proprio avrei dovuto fare croquet col riccio della Regina, ma è fuggito non appena ha visto il mio.

   -Me parece que no juegan ni un poco limpio -empezó Alicia en tono quejumbroso-, y se pelean de un modo tan terrible que no hay quien se entienda, y no parece que haya reglas ningunas... Y, si las hay, nadie hace caso de ellas... Y no puedes imaginar qué lío es el que las cosas estén vivas. Por ejemplo, allí va el aro que me tocaba jugar ahora, ¡justo al otro lado del campo! ¡Y le hubiera dado ahora mismo al erizo de la Reina, pero se largó cuando vio que se acercaba el mío!

   — Ti piace la Regina? — domandò il Gatto a voce bassa.

   -¿Qué te parece la Reina? -dijo el Gato en voz baja.

   — Per nulla! — rispose Alice; — essa è tanto... — Ma s’accorse che la Regina le stava vicino in ascolto, e continuò —...abile al giuoco, ch’è inutile finire la partita.

   -No me gusta nada -dijo Alicia. Es tan exagerada... -En este momento, Alicia advirtió que la Reina estaba justo detrás de ella, escuchando lo que decía, de modo que siguió-: ... tan exageradamente dada a ganar, que no merece la pena terminar la partida.

   La Regina sorrise e passò oltre.

   La Reina sonrió y reanudó su camino.

   — Con chi parli? — domandò il Re che s’era avvicinato ad Alice, e osservava la testa del Gatto con grande curiosità.

   -¿Con quién estás hablando? -preguntó el Rey, acercándose a Alicia y mirando la cabeza del Gato con gran curiosidad.

   — Con un mio amico... il Ghignagatto, — disse Alice; — vorrei presentarlo a Vostra Maestà.

   -Es un amigo mío... un Gato de Cheshire -dijo Alicia-. Permita que se lo presente.

   — Quel suo sguardo non mi piace, — rispose il Re; — però se vuole, può baciarmi la mano.

   -No me gusta ni pizca su aspecto -aseguró el Rey-. Sin embargo, puede besar mi mano si así lo desea.

   — Non ho questo desiderio, — osservò il Gatto.

   -Prefiero no hacerlo -confesó el Gato.

   — Non essere insolente, — disse il Re, — e non mi guardare in quel modo. — E parlando si rifugiò dietro Alice.

   -No seas impertinente -dijo el Rey-, ¡Y no me mires de esta manera!

Y se refugió detrás de Alicia mientras hablaba.

   — Un gatto può guardare in faccia a un re, — osservò Alice, — l’ho letto in qualche libro, ma non ricordo dove.

   -Un gato puede mirar cara a cara a un rey -sentenció Alicia-. Lo he leído en un libro, pero no recuerdo cuál.

   — Ma bisogna mandarlo via, — disse il Re risoluto; e chiamò la Regina che passava in quel momento: — Cara mia, vorrei che si mandasse via quel Gatto!

   -Bueno, pues hay que eliminarlo -dijo el Rey con decisión, y llamó a la Reina, que precisamente pasaba por allí-. ¡Querida! ¡Me gustaría que eliminaras a este gato!

   La Regina conosceva un solo modo per sciogliere tutte le difficoltà, grandi o piccole, e senza neppure guardare intorno, gridò: — Tagliategli la testa!

   Para la Reina sólo existía un modo de resolver los problemas, fueran grandes o pequeños.

-¡Que le corten la cabeza! -ordenó, sin molestarse siquiera en echarles una ojeada.

   — Andrò io stesso a chiamare il carnefice, — disse il Re, e andò via a precipizio.

   -Yo mismo iré a buscar al verdugo -dijo el Rey apresuradamente.

Y se alejó corriendo de allí.

   Alice pensò che intanto poteva ritornare per vedere il progresso del gioco, mentre udiva da lontano la voce della Regina che s’adirava urlando. Ella aveva sentito già condannare a morte tre giocatori che avevano perso il loro turno. Tutto ciò non le piaceva, perchè il gioco era diventato una tal confusione ch’ella non sapeva più se fosse la sua volta di tirare o no. E si mise in cerca del suo riccio.

   Alicia pensó que sería mejor que ella volviese al juego y averiguase cómo iba la partida, pues oyó a lo lejos la voz de la Reina, que aullaba de furor. Acababa de dictar sentencia de muerte contra tres de los jugadores, por no haber jugado cuando les tocaba su turno. Y a Alicia no le gustaba ni pizca el aspecto que estaba tomando todo aquello, porque la partida había llegado a tal punto de confusión que le era imposible saber cuándo le tocaba jugar y cuándo no. Así pues, se puso a buscar su erizo.

   Il riccio stava allora combattendo contro un altro riccio; e questa sembrò ad Alice una buona occasione per batterli a croquet l’uno contro l’altro: ma v’era una difficoltà: il suo fenicottero era dall’altro lato del giardino, e Alice lo vide sforzarsi inutilmente di volare su un albero.

   El erizo se había enzarzado en una pelea con otro erizo, y esto le pareció a Alicia una excelente ocasión para hacer una carambola: la única dificultad era que su flamenco se había largado al otro extremo del jardín, y Alicia podía verlo allí, aleteando torpemente en un intento de volar hasta las ramas de un árbol.

   Quando le riuscì d’afferrare il fenicottero e a ricondurlo sul terreno, la battaglia era finita e i due ricci s’erano allontanati. "Non importa, — pensò Alice, — tanto tutti gli archi se ne sono andati dall’altro lato del terreno." E se lo accomodò per benino sotto il braccio per non farselo scappare più, e ritornò dal Gatto per riattaccare discorso con lui.

   Cuando hubo recuperado a su flamenco y volvió con el, la pelea había terminado, y no se veía rastro de ninguno de los erizos. «Pero esto no tiene demasiada importancia», pensó Alicia, «ya que todos los aros se han marchado de esta parte del campo». Así pues, sujetó bien al flamenco debajo del brazo, para que no volviera a escaparse, y se fue a charlar un poco más con su amigo.

   Ma con sorpresa trovò una gran folla raccolta intorno al Ghignagatto; il Re, la Regina e il carnefice urlavano tutti e tre insieme, e gli altri erano silenziosi e malinconici.

   Cuando volvió junto al Gato de Cheshire, quedó sorprendida al ver que un gran grupo de gente se había congregado a su alrededor. El verdugo, el Rey y la Reina discutían acaloradamente, hablando los tres a la vez, mientras los demás guardaban silencio y parecían sentirse muy incómodos.

   Quando Alice apparve fu chiamata da tutti e tre per risolvere la questione. Essi le ripeterono i loro argomenti; ma siccome parlavano tutti in una volta, le fu difficile intendere che volessero.

   En cuanto Alicia entró en escena, los tres se dirigieron a ella para que decidiera la cuestión, y le dieron sus argumentos. Pero, como hablaban todos a la vez, se le hizo muy difícil entender exactamente lo que le decían.

   Il carnefice sosteneva che non si poteva tagliar la testa dove mancava un corpo da cui staccarla; che non aveva mai avuto da fare con una cosa simile prima, e che non voleva cominciare a farne alla sua età.

   La teoría del verdugo era que resultaba imposible cortar una cabeza si no había cuerpo del que cortarla; decía que nunca había tenido que hacer una cosa parecida en el pasado y que no iba a empezar a hacerla a estas alturas de su vida.

   L’argomento del Re, era il seguente: che ogni essere che ha una testa può essere decapitato, e che il carnefice non doveva dire sciocchezze.

   La teoría del Rey era que todo lo que tenía una cabeza podía ser decapitado, y que se dejara de decir tonterías.

   L’argomento della Regina era questo: che se non si fosse eseguito immediatamente il suo ordine, avrebbe ordinato l’esecuzione di quanti la circondavano. (E quest’ingiunzione aveva dato a tutti quell’aria grave e piena d’ansietà.)

   La teoría de la Reina era que si no solucionaban el problema inmediatamente, haría cortar la cabeza a cuantos la rodeaban. (Era esta última amenaza la que hacía que todos tuvieran un aspecto grave y asustado.)

   Alice non seppe dir altro che questo: — Il Gatto è della Duchessa: sarebbe meglio interrogarla.

   A Alicia sólo se le ocurrió decir:

-El Gato es de la Duquesa. Lo mejor será preguntarle a ella lo que debe hacerse con él.

   — Ella è in prigione, — disse la Regina al carnefice: — Conducetela qui. — E il carnefice volò come una saetta.

   -La Duquesa está en la cárcel -dijo la Reina al verdugo-. Ve a buscarla.

Y el verdugo partió como una flecha.

   Andato via il carnefice, la testa del Gatto cominciò a dileguarsi, e quando egli tornò con la Duchessa non ce n’era più traccia: il Re e il carnefice corsero qua e là per ritrovarla, mentre il resto della brigata si rimetteva a giocare.

   La cabeza del Gato empezó a desvanecerse a partir del momento en que el verdugo se fue, y, cuando éste volvió con la Duquesa, había desaparecido totalmente. Así pues, el Rey y el verdugo empezaron a corretear de un lado a otro en busca del Gato, mientras el resto del grupo volvía a la partida de croquet.

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Narration by Silvia Cecchini
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