El Sabueso de los Baskerville

   -Traigo un manuscrito en el bolsillo -dijo el doctor james Mortimer.

   « J’ai dans ma poche un manuscrit, commença le docteur.

   -Lo he notado al entrar usted en la habitación -dijo Holmes.

   — Je l’ai aperçu quand vous êtes entré, dit Holmes.

   -Es un manuscrito antiguo.

   — Il est très vieux.

   -Primera mitad del siglo XVIII, a no ser que se trate de una falsificación.

   — Du xviiie siècle — à moins qu’il ne soit faux.

   -¿Cómo lo sabe?

   — Comment le savez-vous ?

   -Los tres o cuatro centímetros que quedan al descubierto me han permitido examinarlo mientras usted hablaba. Una persona que no esté en condiciones de calcular la fecha de un documento con un margen de error de una década, más o menos, no es un experto. Tal vez conozca usted mi modesta monografía sobre el tema. Yo lo situaría hacia 1730.

   — Pendant que vous parliez, j’en ai entrevu cinq ou six centimètres. Il serait un piètre expert celui qui, après cela, ne pourrait préciser la date d’un document à une dizaine d’années près. Avez-vous lu ma petite monographie sur ce sujet ?... Je place le vôtre en 1730.

   -La fecha exacta es 1742 -el doctor Mortimer sacó el manuscrito del bolsillo interior de la levita-. Sir Charles Baskerville, cuya repentina y trágica muerte hace unos tres meses causó tanto revuelo en Devonshire, confió a mi cuidado este documento de su familia. Quizá deba explicar que yo era amigo personal suyo además de su médico. Sir Charles, pese a ser un hombre resuelto, perspicaz, práctico y tan poco imaginativo como yo, consideraba este documento una cosa muy seria, y estaba preparado para que le sucediera lo que finalmente puso fin a su vida.

   — Il est exactement de 1742, répondit Mortimer, en sortant le manuscrit de sa poche. Ces papiers m’ont été confiés par sir Charles Baskerville, dont la mort tragique a causé dernièrement un si grand émoi dans le Devonshire. J’étais à la fois son médecin et son ami. D’un esprit supérieur, pénétrant, pratique, il se montrait aussi peu imaginatif que je le suis beaucoup moi-même. Cependant il ajoutait très sérieusement foi au récit contenu dans ce document, et cette foi le préparait admirablement au genre de mort qui l’a frappé. »

   Holmes extendió la mano para recibir el documento y lo alisó colocándoselo sobre la rodilla.

   Holmes prit le manuscrit et le déplia sur son genou.

   -Fíjese usted, Watson, en el uso alternativo de la S larga y corta. Es uno de los indicios que me han permitido calcular la fecha.

   « Vous remarquerez, Watson, me dit-il, que les s sont indifféremment longs et courts. C’est une des quelques indications qui m’ont permis de préciser la date. »

   Por encima de su hombro contemplé el papel amarillento y la escritura ya borrosa. En el encabezamiento se leía: «Mansión de los Baskerville» y, debajo, con grandes números irregulares, « 1742».

   Par-dessus son épaule, je regardai le papier jauni et l’écriture presque effacée. En tête, on avait écrit : « Baskerville Hall », et, au-dessous, en gros chiffres mal formés : « 1742 ».

   -Parece una declaración.

   « Je vois qu’il s’agit de sortilège, fit Holmes.

   -Sí, es una declaración acerca de cierta leyenda relacionada con la familia de los Baskerville.

   — Oui ; c’est la narration d’une légende qui court sur la famille de Baskerville.

   -Pero imagino que usted me quiere consultar acerca de algo más moderno y práctico.

   — Je croyais que vous désiriez me consulter sur un fait plus moderne et plus précis ?

   -De inmediata actualidad. Una cuestión en extremo práctica y urgente que hay que decidir en un plazo de veinticuatro horas. Pero el relato es breve y está íntimamente ligado con el problema. Con su permiso voy a proceder a leérselo.

   — Très moderne…. Et sur un point précis, urgent, qu’il faut élucider dans les vingt-quatre heures. Mais ce manuscrit est court et intimement lié à l’affaire. Avec votre permission, je vais vous le lire. »

   Holmes se recostó en el asiento, unió las manos por las puntas de los dedos y cerró los ojos con gesto de resignación. El doctor Mortimer volvió el manuscrito hacia la luz y leyó, con voz aguda, que se quebraba a veces, la siguiente narración, pintoresca y extraña al mismo tiempo.

   Holmes s’enfonça dans son fauteuil, joignit les mains et ferma les yeux, dans une attitude résignée. Le docteur Mortimer exposa le document à la lumière et lut d’une voix claire et sonore le curieux récit suivant :

   «Sobre el origen del sabueso de los Baskerville se han dado muchas explicaciones, pero como yo procedo en línea directa de Hugo Baskerville y la historia me la contó mi padre, que a su vez la supo de mi abuelo, la he puesto por escrito convencido de que todo sucedió exactamente como aquí se relata. Con ello quisiera convenceros, hijos míos, de que la misma Justicia que castiga el pecado puede también perdonarlo sin exigir nada a cambio, y que toda interdicción puede a la larga superarse gracias al poder de la oración y el arrepentimiento. Aprended de esta historia a no temer los frutos del pasado, sino, más bien, a ser circunspectos en el futuro, de manera que las horribles pasiones por las que nuestra familia ha sufrido hasta ahora tan atrozmente no se desaten de nuevo para provocar nuestra perdición.

   « On a parlé souvent du chien des Baskerville. Comme je descends en ligne directe de Hugo Baskerville et que je tiens cette histoire de mon père, qui la tenait lui-même du sien, je l’ai écrite avec une conviction sincère en sa véracité. Je voudrais que mes descendants crussent que la même justice qui punit le péché sait aussi le pardonner miséricordieusement, et qu’il n’existe pas de si terrible malédiction que ne puissent racheter le repentir et les prières. Je voudrais que, pour leur salut, mes petits enfants apprissent, non pas à redouter les suites du passé, mais à devenir plus circonspects dans l’avenir et à réprouver les détestables passions qui ont valu à notre famille de si douloureuses épreuves.

   »Sabed que en la época de la gran rebelión (y mucho os recomiendo la historia que de ella escribió el sabio Lord Clarendon) el propietario de esta mansión de los Baskerville era un Hugo del mismo apellido, y no es posible ocultar que se trataba del hombre más salvaje, soez y sin Dios que pueda imaginarse. Todo esto, a decir verdad, podrían habérselo perdonado sus coetáneos, dado que los santos no han florecido nunca por estos contornos, si no fuera porque había además en él un gusto por la lascivia y la crueldad que lo hicieron tristemente célebre en todo el occidente del país. Sucedió que este Hugo dio en amar (si, a decir verdad, a una pasión tan tenebrosa se le puede dar un nombre tan radiante) a la hija de un pequeño terrateniente que vivía cerca de las propiedades de los Baskerville. Pero la joven, discreta y de buena reputación, evitaba siempre a Hugo por el temor que le inspiraba su nefasta notoriedad. Sucedió así que, un día de san Miguel, este antepasado nuestro, con cinco o seis de sus compañeros, tan ociosos como desalmados, llegaron a escondidas hasta la granja y secuestraron a la doncella, sabedores de que su padre y sus hermanos estaban ausentes. Una vez en la mansión, recluyeron a la doncella en un aposento del piso alto, mientras Hugo y sus amigos iniciaban una larga francachela, al igual que todas las noches. Lo más probable es que a la pobre chica se le trastornara el juicio al oír los cánticos y los gritos y los terribles juramentos que le llegaban desde abajo, porque dicen que las palabras que utilizaba Hugo Baskerville cuando estaba borracho bastarían para fulminar al hombre que las pronunciara. Finalmente, impulsada por el miedo, la muchacha hizo algo a lo que quizá no se hubiera atrevido el más valiente y ágil de los hombres, porque gracias a la enredadera que cubría (y todavía cubre) el lado sur de la casa, descendió hasta el suelo desde el piso alto, y emprendió el camino hacia su casa a través del páramo dispuesta a recorrer las tres leguas que separaban la mansión de la granja de su padre.

   « Au temps de notre grande révolution, le manoir de Baskerville appartenait à Hugo, de ce nom, homme impie et dissolu. Ses voisins lui auraient pardonné ces défauts, car la contrée n’a jamais produit de saints ; mais sa cruauté et ses débauches étaient devenues proverbiales dans la province.

    « Il arriva que Hugo s’éprit d’amour (si, dans ce cas, l’emploi de ce mot ne constitue pas une profanation) pour la fille d’un cultivateur voisin. La demoiselle, réservée et de bonne réputation, l’évitait, effrayée par son mauvais renom.

    « Une veille de Saint-Michel, Hugo, de concert avec cinq ou six de ses compagnons de plaisir, se rendit à la ferme et enleva la jeune fille, en l’absence de son père et de ses frères. Ils la conduisirent au château et l’enfermèrent dans un donjon ; puis ils descendirent pour achever la nuit en faisant ripaille, selon leur coutume. « De sa prison, la pauvre enfant frissonnait, au bruit des chants et des blasphèmes qui montaient jusqu’à elle. Dans sa détresse, elle tenta ce qui aurait fait reculer les plus audacieux : à l’aide du lierre qui garnissait le mur, elle se laissa glisser le long de la gouttière et s’enfuit par la lande vers la maison de son père, distante d’environ trois lieues.

   »Sucedió que, algo más tarde, Hugo dejó a sus invitados para llevar alimento y bebida junto, quizá, con otras cosas peores a su cautiva, encontrándose vacía la jaula y desaparecido el pájaro. A partir de aquel momento, por lo que parece, el carcelero burlado dio la impresión de estar poseído por el demonio, porque bajó corriendo las escaleras para regresar al comedor, saltó sobre la gran mesa, haciendo volar por los aires jarras y fuentes, y dijo a grandes gritos ante todos los presentes que aquella misma noche entregaría cuerpo y alma a los poderes del mal si conseguía alcanzar a la muchacha. Y aunque a los juerguistas les espantó la furia de aquel hombre, hubo uno más perverso o, tal vez, más borracho que los demás, que propuso lanzar a los sabuesos en persecución de la doncella. Al oírlo Hugo salió corriendo de la casa y ordenó a gritos a sus criados que le ensillaran la yegua y soltaran la jauría; después de dar a los perros un pañuelo de la doncella, los puso inmediatamente sobre su pista para que, a la luz de la luna, la persiguieran por el páramo.

   « Quelque temps après, Hugo quitta ses amis pour monter un peu de nourriture à sa prisonnière. Il trouva la cage vide et l’oiseau envolé. Alors, on l’aurait dit possédé du démon. Dégringolant l’escalier, il entra comme un fou dans la salle à manger, sauta sur la table et jura devant toute la compagnie que, si cette nuit même il pouvait s’emparer de nouveau de la fugitive, il se donnerait au diable corps et âme. Tous les convives le regardaient, ahuris. À ce moment l’un deux, plus méchant — ou plus ivre — que les autres, proposa de lancer les chiens sur les traces de la jeune fille.

    « Hugo sortit du château, ordonna aux valets d’écurie de seller sa jument, aux piqueurs de lâcher la meute et, après avoir jeté aux chiens un mouchoir de la prisonnière, il les mit sur le pied. L’homme, en jurant, les bêtes, en hurlant, dévalèrent vers la plaine, sous la clarté morne de la lune.

   »Durante algún tiempo los juerguistas quedaron mudos, incapaces de entender acontecimientos tan rápidos. Pero al poco salieron de su perplejidad e imaginaron lo que probablemente estaba a punto de suceder. El alboroto fue inmediato: quién pedía sus armas, quién su caballo y quién otra jarra de vino. A la larga, sin embargo, sus mentes enloquecidas recobraron un poco de sensatez, y todos, trece en total, montaron a caballo y salieron tras Hugo. La luna brillaba sobre sus cabezas y cabalgaron a gran velocidad, siguiendo el camino que la muchacha tenía que haber tomado para volver a su casa.

   « Tout ceci s’était accompli si rapidement que, tout d’abord, les convives ne comprirent pas. Mais bientôt la lumière se fit dans leur esprit. Ce fut alors un vacarme infernal ; les uns demandaient leurs pistolets, les autres leur cheval, ceux-ci de nouvelles bouteilles de vin. Enfin, le calme rétabli, la poursuite commença. Les chevaux couraient ventre à terre sur la route que la jeune fille avait dû prendre pour rentrer directement chez elle.

   »Habían recorrido alrededor de media legua cuando se cruzaron con uno de los pastores que guardaban durante la noche el ganado del páramo, y lo interrogaron a grandes voces, pidiéndole noticias de la partida de caza. Y aquel hombre, según cuenta la historia, aunque se hallaba tan dominado por el miedo que apenas podía hablar, contó por fin que había visto a la desgraciada doncella y a los sabuesos que seguían su pista. "Pero he visto más que eso -añadió-, porque también me he cruzado con Hugo Baskerville a lomos de su yegua negra, y tras él corría en silencio un sabueso infernal que nunca quiera Dios que llegue a seguirme los pasos”.

    »De manera que los caballeros borrachos maldijeron al pastor y siguieron adelante. Pero muy pronto se les heló la sangre en las venas, porque oyeron el ruido de unos cascos al galope y enseguida pasó ante ellos, arrastrando las riendas y sin jinete en la silla, la yegua negra de Hugo, cubierta de espuma blanca. A partir de aquel momento los juerguistas, llenos de espanto, siguieron avanzando por el páramo, aunque cada uno, si hubiera estado solo, habría vuelto grupas con verdadera alegría. Después de cabalgar más lentamente de esta guisa, llegaron finalmente a donde se encontraban los sabuesos. Los pobres animales, aunque afamados por su valentía y pureza de raza, gemían apiñados al comienzo de un hocino, como nosotros lo llamamos, algunos escabulléndose y otros, con el pelo erizado y los ojos desorbitados, mirando fijamente el estrecho valle que tenían delante.

   « Les amis de Hugo galopaient depuis deux kilomètres, quand ils rencontrèrent un berger qui faisait paître son troupeau sur la lande. En passant, ils lui crièrent s’il avait vu la bête de chasse. On raconte que la peur empêcha l’homme de répondre immédiatement. Cependant il finit par dire qu’il avait aperçu l’infortunée jeune fille poursuivie par les chiens.

    « — J’ai vu plus que cela, ajouta-t-il ; j’ai vu galoper en silence, sur les talons du sire de Baskerville, un grand chien noir, que je prie le ciel de ne jamais découpler sur moi. »

    « Les ivrognes envoyèrent le berger à tous les diables et continuèrent leur course.

    « Mais le sang se figea bientôt dans leurs veines. Le galop d’un cheval résonna sur la lande et la jument de Hugo, toute blanche d’écume, passa près d’eux, les rênes flottantes, la selle vide.

    « Dominés par la peur, les cavaliers se serrèrent les uns contre les autres ; mais ils ne cessèrent pas la poursuite, quoique chacun, s’il eût été seul, eût volontiers tourné bride.

    « Ils arrivèrent enfin sur les chiens. La meute était réputée, pour sa vaillance et ses bonnes qualités de race ; cependant les chiens hurlaient lugubrement autour d’un buisson poussé sur le bord d’un profond ravin. Quelques-uns faisaient mine de s’éloigner, tandis que d’autres, le poil hérissé, les yeux en fureur, regardaient en bas, dans la vallée.

   »Los jinetes, mucho menos borrachos ya, como es fácil de suponer, que al comienzo de su expedición, se detuvieron. La mayor parte se negó a seguir adelante, pero tres de ellos, los más audaces o, tal vez, los más ebrios, continuaron hasta llegar al fondo del valle, que se ensanchaba muy pronto y en el que se alzaban dos de esas grandes piedras, que aún perduran en la actualidad, obra de pueblos olvidados de tiempos remotos. La luna iluminaba el claro y en el centro se encontraba la desgraciada doncella en el lugar donde había caído, muerta de terror y de fatiga. Pero no fue la vista de su cuerpo, ni tampoco del cadáver de Hugo Baskerville que yacía cerca, lo que hizo que a aquellos juerguistas temerarios se les erizaran los cabellos, sino el hecho de que, encima de Hugo y desgarrándole el cuello, se hallaba una espantosa criatura: una enorme bestia negra con forma de sabueso pero más grande que ninguno de los sabuesos jamás contemplados por ojo humano. Acto seguido, y en su presencia, aquella criatura infernal arrancó la cabeza de Hugo Baskerville, por lo que, al volver hacia ellos los ojos llameantes y las mandíbulas ensangrentadas, los tres gritaron empavorecidos y volvieron grupas desesperadamente, sin dejar de lanzar alaridos mientras galopaban por el páramo. Según se cuenta, uno de ellos murió aquella misma noche a consecuencia de lo que había visto, y los otros dos no llegaron a reponerse en los años que aún les quedaban de vida.

   « La compagnie, complètement dégrisée, s’arrêta. Personne n’osant avancer, les trois plus audacieux descendirent le ravin.

    « La lune éclairait faiblement l’étroite vallée formée par le fond de la gorge. Au milieu, la pauvre jeune fille gisait inanimée, à l’endroit où elle était tombée, morte de fatigue ou de peur. Ce ne fut ni son cadavre, ni celui de Hugo, étendu sans mouvement à quelques pas de là, qui effraya le plus les trois sacripants. Ce fut une horrible bête, noire, de grande taille, ressemblant à un chien, mais à un chien ayant des proportions jusqu’alors inconnues.

    « La bête tenait ses crocs enfoncés dans la gorge de Hugo. Au moment où les trois hommes s’approchaient, elle arracha un lambeau de chair du cou de Baskerville et tourna vers eux ses prunelles de feu et sa gueule rouge de sang…. Le trio, secoué par la peur, s’enfuit en criant.

    « On prétend que l’un des trois hommes mourut dans la nuit ; les deux autres restèrent frappés de folie jusqu’à leur mort.

   »Ésa es la historia, hijos míos, de la aparición del sabueso que, según se dice, ha atormentado tan cruelmente a nuestra familia desde entonces. Lo he puesto por escrito, porque lo que se conoce con certeza causa menos terror que lo que sólo se insinúa o adivina. Como tampoco se puede negar que son muchos los miembros de nuestra familia que han tenido muertes desgraciadas, con frecuencia repentinas, sangrientas y misteriosas. Quizá podamos, sin embargo, refugiarnos en la bondad infinita de la Providencia, que no castigará sin motivo a los inocentes más allá de la tercera o la cuarta generación, que es hasta donde se extiende la amenaza de la Sagrada Escritura. A esa Providencia, hijos míos, os encomiendo ahora, y os aconsejo, como medida de precaución, que os abstengáis de cruzar el páramo durante las horas de oscuridad en las que triunfan los poderes del mal.

   « C’est ainsi, mes enfants, que l’on raconte la première apparition du chien qui, depuis cette époque, a, dit-on, si cruellement éprouvé notre famille. J’ai écrit cette histoire, parce que les amplifications et les suppositions inspirent toujours plus de terreur que les choses parfaitement définies.

    « Plusieurs membres de la famille, on ne peut le nier, ont péri de mort violente, subite et mystérieuse. Aussi devons-nous nous confier à l’infinie bonté de la Providence qui punit rarement l’innocent au delà de la troisième ou de la quatrième génération, ainsi qu’il est dit dans l’Écriture sainte.

    « Je vous recommande à cette Providence, mes chers enfants, et je vous conseille d’éviter, par mesure de prudence, de traverser la lande aux heures obscures où l’esprit du mal chemine. »

   » (De Hugo Baskerville para sus hijos Rodger y John, instándoles a que no digan nada de su contenido a Elizabeth, su hermana.) »

   (De Hugo Baskerville à ses fils Roger et John, sous la recommandation expresse de n’en rien dire à leur sœur Élisabeth.)

   Cuando el doctor Mortimer terminó de leer aquella singular narración, se alzó los lentes hasta colocárselos en la frente y se quedó mirando a Sherlock Holmes de hito en hito. Este último bostezó y arrojó al fuego la colilla del cigarrillo que había estado fumando.

   Lorsque le docteur Mortimer eut achevé sa lecture, il remonta ses lunettes sur son front et regarda Sherlock Holmes. Ce dernier bâilla, jeta le bout de sa cigarette dans le feu et demanda laconiquement :

   -¿Y bien? -dijo.

   « Eh bien ?

   -¿Le parece interesante?

   — Vous ne trouvez pas ce récit intéressant ?

   -Para un coleccionista de cuentos de hadas.

   — Si ; pour un amateur de contes de fées. »

   El doctor Mortimer se sacó del bolsillo un periódico doblado.

   Mortimer sortit de sa poche un journal soigneusement plié.

   -Ahora, señor Holmes, voy a leerle una noticia un poco más reciente, publicada en el Devon County Chronicle del 14 de junio de este año. Es un breve resumen de la información obtenida sobre la muerte de Sir Charles Baskerville, ocurrida pocos días antes.

   « Maintenant, monsieur Holmes, fit-il, je vais vous lire quelque chose de plus récent. C’est un numéro de la Devon County Chronicle, publié le 14 mai de cette année et contenant les détails de la mort de sir Charles Baskerville, survenue quelques jours avant cette date. »

   Mi amigo se inclinó un poco hacia adelante y su expresión se hizo más atenta. Nuestro visitante se ajustó las gafas y comenzó a leer:

   Mon ami prit une attitude moins indifférente. Le docteur rajusta ses lunettes et commença :

   «El fallecimiento repentino de Sir Charles Baskerville, cuyo nombre se había mencionado como probable candidato del partido liberal en Mid-Devon para las próximas elecciones, ha entristecido a todo el condado. Si bien Sir Charles había residido en la mansión de los Baskerville durante un periodo comparativamente breve, su simpatía y su extraordinaria generosidad le ganaron el afecto y el respeto de quienes lo trataron. En estos días de nuevos ricos es consolador encontrar un caso en el que el descendiente de una antigua familia venida a menos ha sido capaz de enriquecerse en el extranjero y regresar luego a la tierra de sus mayores para restaurar el pasado esplendor de su linaje. Sir Charles, como es bien sabido, se enriqueció mediante la especulación sudafricana. Más prudente que quienes siguen en los negocios hasta que la rueda de la fortuna se vuelve contra ellos, Sir Charles se detuvo a tiempo y regresó a Inglaterra con sus ganancias. Han pasado sólo dos años desde que estableciera su residencia en la mansión de los Baskerville y son de todos conocidos los ambiciosos planes de reconstrucción y mejora que han quedado trágicamente interrumpidos por su muerte. Dado que carecía de hijos, su deseo, públicamente expresado, era que toda la zona se beneficiara, en vida suya, de su buena fortuna, y serán muchos los que tengan razones personales para lamentar su prematura desaparición. Las columnas de este periódico se han hecho eco con frecuencia de sus generosas donaciones a obras caritativas tanto locales como del condado.

   « La mort récente de sir Charles Baskerville, désigné comme le candidat probable du parti libéral aux prochaines élections du Mid-Devon, a attristé tout le comté. Quoique sir Charles n’ait résidé à Baskerville Hall que peu de temps, l’amabilité de ses manières et sa grande générosité lui avaient gagné l’affection et le respect de tous ceux qui le connaissaient.

    « En ces temps de « nouveaux riches [1] », il est réconfortant de voir des rejetons d’anciennes familles ayant traversé de mauvais jours reconstituer leur fortune et restaurer l’antique grandeur de leur maison.

    « On sait que sir Charles avait gagné beaucoup d’argent dans l’Afrique du Sud. Plus sage que ceux qui poursuivent leurs spéculations jusqu’à ce que la chance tourne contre eux, il avait réalisé ses bénéfices et était revenu en Angleterre. Il habitait Baskerville depuis deux ans et nourrissait le grandiose projet de reconstruire le château et d’améliorer le domaine, projet que la mort vient d’interrompre. N’ayant pas d’enfants, il voulait que tout le pays profitât de sa fortune, et ils sont nombreux ceux qui déplorent sa fin prématurée. Nous avons souvent relaté dans ces colonnes ses dons généreux à toutes les œuvres charitables du comté.

   »No puede decirse que la investigación efectuada haya aclarado por completo las circunstancias relacionadas con la muerte de Sir Charles, pero, al menos, se ha hecho luz suficiente como para poner fin a los rumores a que ha dado origen la superstición local. No hay razón alguna para sospechar que se haya cometido un delito, ni para imaginar que el fallecimiento no obedezca a causas naturales. Sir Charles era viudo y quizá también persona un tanto excéntrica en algunas cuestiones. A pesar de su considerable fortuna, sus gustos eran muy sencillos y contaba únicamente, para su servicio personal, con el matrimonio apellidado Barrymore: el marido en calidad de mayordomo y la esposa como ama de llaves. Su testimonio, corroborado por el de varios amigos, ha servido para poner de manifiesto que la salud de Sir Charles empeoraba desde hacía algún tiempo y, de manera especial, que le aquejaba una afección cardiaca con manifestaciones como palidez, ahogos y ataques agudos de depresión nerviosa. El doctor James Mortimer, amigo y médico de cabecera del difunto, ha testimoniado en el mismo sentido.

   « L’enquête n’a pu préciser les circonstances qui ont entouré la mort de sir Charles Baskerville ; mais, au moins, elle a dissipé certaines rumeurs engendrées par la superstition publique.

    « Sir Charles était veuf ; il passait pour quelque peu excentrique. Malgré sa fortune considérable, il vivait très simplement. Son personnel domestique consistait en un couple, nommé Barrymore : le mari servant de valet de chambre et la femme, de bonne à tout faire.

    « Leur témoignage, confirmé par celui de plusieurs amis, tend à montrer que, depuis quelque temps, la santé de sir Charles était fort ébranlée. Il souffrait de troubles cardiaques se manifestant par des altérations du teint, de la suffocation et des accès de dépression nerveuse. Le docteur Mortimer, ami et médecin du défunt, a témoigné dans le même sens.

   »Los hechos se relatan sin dificultad. Sir Charles tenía por costumbre pasear todas las noches, antes de acostarse, por el famoso paseo de los Tejos de la mansión de los Baskerville. El testimonio de los Barrymore confirma esa costumbre. El cuatro de junio Sir Charles manifestó su intención de emprender viaje a Londres al día siguiente, y encargó a Barrymore que le preparase el equipaje. Aquella noche salió como de ordinario a dar su paseo nocturno, durante el cual tenía por costumbre fumarse un cigarro habano, pero nunca regresó. A las doce, al encontrar todavía abierta la puerta principal, el mayordomo se alarmó y, después de encender una linterna, salió en busca de su señor. Había llovido durante el día, y no le fue difícil seguir las huellas de Sir Charles por el paseo de los Tejos. Hacia la mitad del recorrido hay un portillo para salir al páramo. Sir Charles, al parecer, se detuvo allí algún tiempo. El mayordomo siguió paseo adelante y en el extremo que queda más lejos de la mansión encontró el cadáver. Según el testimonio de Barrymore, las huellas de su señor cambiaron de aspecto más allá del portillo que da al páramo, ya que a partir de entonces anduvo al parecer de puntillas. Un tal Murphy, gitano tratante en caballos, no se encontraba muy lejos en aquel momento, pero, según su propia confesión, estaba borracho. Murphy afirma que oyó gritos, pero es incapaz de precisar de dónde procedían. En la persona de Sir Charles no se descubrió señal alguna de violencia y aunque el testimonio del médico señala una distorsión casi increíble de los rasgos faciales -hasta el punto de que, en un primer momento, el doctor Mortimer se negó a creer que fuera efectivamente su amigo y paciente-, pudo saberse que se trata de un síntoma no del todo infrecuente en casos de disnea y de muerte por agotamiento cardíaco. Esta explicación se vio corroborada por el examen post mortem, que puso de manifiesto una enfermedad orgánica crónica, y el veredicto del jurado al que informó el forense estuvo en concordancia con las pruebas médicas. Hemos de felicitarnos de que haya sido así, porque, evidentemente, es de suma importancia que el heredero de Sir Charles se instale en la mansión y prosiga la encomiable tarea tan tristemente interrumpida. Si los prosaicos hallazgos del forense no hubieran puesto fin a las historias románticas susurradas en conexión con estos sucesos, podría haber resultado difícil encontrar un nuevo ocupante para la mansión de los Baskerville. Según se sabe, el pariente más próximo de Sir Charles es el señor Henry Baskerville, hijo de su hermano menor, en el caso de que aún siga con vida. La última vez que se tuvo noticias de este joven se hallaba en Estados Unidos, y se están haciendo las averiguaciones necesarias para informarle de lo sucedido.»

   « Les faits sont d’une grande simplicité. Tous les soirs, avant de se coucher, sir Charles avait l’habitude de se promener dans la fameuse allée des Ifs, de Baskerville Hall. La déposition des époux Barrymore l’a pleinement établi.

    « Le 4 mai, sir Charles fît part de son intention bien arrêtée de partir le lendemain pour Londres. Il donna l’ordre à Barrymore de préparer ses bagages. Le soir, il sortit pour sa promenade nocturne, pendant laquelle il fumait toujours un cigare.

    « On ne le vit pas revenir.

    « À minuit, Barrymore, trouvant encore ouverte la porte du château, s’alarma et, allumant une lanterne, il se mit à la recherche de son maître.

    « Il avait plu dans la journée ; les pas de sir Charles s’étaient imprimés dans l’allée. Au milieu de cette allée, une porte conduit sur la lande. Des empreintes plus profondes indiquaient que sir Charles avait stationné à cet endroit. Ensuite il avait dû reprendre sa marche, car on ne retrouva son cadavre que beaucoup plus loin.

    « Il est un point de la déclaration de Barrymore qui reste encore inexplicable : il paraîtrait que la forme des empreintes s’était modifiée à partir du moment où sir Charles Baskerville avait repris sa promenade. Il semble n’avoir plus marché que sur la pointe des pieds.

    « Un certain Murphy — un bohémien — se trouvait à cette heure tout près de là, sur la lande ; mais, d’après son propre aveu, il était complètement ivre. Il déclare cependant avoir entendu des cris, sans pouvoir indiquer d’où ils venaient. On n’a découvert sur le corps de sir Charles aucune trace de violence, quoique le rapport du médecin mentionne une convulsion anormale de la face — convulsion telle que le docteur Mortimer s’est refusé tout d’abord à reconnaître dans le cadavre le corps de son ami. On a remarqué fréquemment ce symptôme dans les cas de dyspnée et de mort occasionnée par l’usure du cœur. L’autopsie a corroboré ce diagnostic, et le jury du coroner a rendu un verdict conforme aux conclusions du rapport médical.

    « Nous applaudissons à ce résultat. Il est, en effet, de la plus haute importance que l’héritier de sir Charles s’établisse au château et continue l’œuvre de son prédécesseur si tristement interrompue. Si la décision prosaïque du coroner n’avait pas définitivement détruit les histoires romanesques murmurées dans le public à propos de cette mort, on n’aurait pu louer Baskerville Hall.

    « L’héritier du défunt — s’il vit encore — est M. Henry Baskerville, fils du plus jeune frère de sir Charles. Les dernières lettres du jeune homme étaient datées d’Amérique ; on a télégraphié dans toutes les directions pour le prévenir de l’héritage qui lui échoit. »

   El doctor Mortimer volvió a doblar el periódico y se lo guardó en el bolsillo.

   Le docteur Mortimer replia son journal et le replaça dans sa poche.

   -Ésos son, señor Holmes, los hechos en conexión con la muerte de Sir Charles Baskerville que han llegado a conocimiento de la opinión pública.

   « Tels sont les faits de notoriété publique, monsieur Holmes, dit-il.

   -Tengo que agradecerle -dijo Sherlock Holmes- que me haya informado sobre un caso que presenta sin duda algunos rasgos de interés. Recuerdo haber leído, cuando murió Sir Charles, algunos comentarios periodísticos, pero estaba muy ocupado con el asunto de los camafeos del Vaticano y, llevado de mi deseo de complacer a Su Santidad, perdí contacto con varios casos muy interesantes de mi país. ¿Dice usted que ese artículo contiene todos los hechos de conocimiento público?

   — Je vous remercie, dit Sherlock, d’avoir appelé mon attention sur ce cas, certainement intéressant par quelques points…. Ainsi donc cet article résume tout ce que le public connaît ?

   -Así es.

   — Oui.

   -En ese caso, infórmeme de los privados -recostándose en el sofá, Sherlock Holmes volvió a unir las manos por las puntas de los dedos y adoptó su expresión más impasible y juiciosa.

   — Apprenez-moi maintenant ce qu’il ne connaît pas. »

    Holmes se renversa de nouveau dans son fauteuil et son visage reprit son expression grave et impassible.

   -Al hacerlo -explicó el doctor Mortimer, que empezaba a dar la impresión de estar muy emocionado- me dispongo a contarle algo que no he revelado a nadie. Mis motivos para ocultarlo durante la investigación del forense son que un hombre de ciencia no puede adoptar públicamente una posición que, en apariencia, podría servir de apoyo a la superstición. Me impulsó además el motivo suplementario de que, como dice el periódico, la mansión de los Baskerville permanecería sin duda deshabitada si contribuyéramos de algún modo a confirmar su reputación, ya de por sí bastante siniestra. Por esas dos razones me pareció justificado decir bastante menos de lo que sabía, dado que no se iba a obtener con ello ningún beneficio práctico, mientras que ahora, tratándose de usted, no hay motivo alguno para que no me sincere por completo.

   « En obtempérant à votre désir, fit le docteur Mortimer, qui commençait déjà à donner les signes d’une violente émotion, je vais vous raconter ce que je n’ai confié à personne. Je me suis tu devant le coroner, parce qu’un homme de science y regarde à deux fois avant d’endosser une superstition populaire… Moi aussi, je crois qu’il serait impossible de louer Baskerville Hall, si quelque chose venait en augmenter l’horrible réputation. Pour ces deux raisons, j’en ai dit moins que je n’en savais — il ne pouvait en résulter pratiquement rien de bon. Mais, avec vous, je n’ai plus les mêmes motifs de garder le silence. »

   »El páramo está muy escasamente habitado, y los pocos vecinos con que cuenta se visitan con frecuencia. Esa es la razón de que yo viera a menudo a Sir Charles Baskerville. Con la excepción del señor Frankland, de la mansión Lafter, y del señor Stapleton, el naturalista, no hay otras personas educadas en muchos kilómetros a la redonda. Sir Charles era un hombre reservado, pero su enfermedad motivó que nos tratáramos, y la coincidencia de nuestros intereses científicos contribuyó a reforzar nuestra relación. Había traído abundante información científica de África del Sur, y fueron muchas las veladas que pasamos conversando agradablemente sobre la anatomía comparada del bosquimano y del hotentote.

   Et Mortimer nous fit le récit suivant :

    « La lande est presque inhabitée, et ceux qui vivent dans le voisinage les uns des autres sont étroitement liés ensemble. Voilà la raison de mon intimité avec sir Charles Baskerville. À l’exception de M. Frankland, de Lafter Hall, et de M. Stapleton, le naturaliste, il n’y a pas, à plusieurs milles à la ronde, de gens bien élevés.

    « Sir Charles se plaisait dans la retraite, mais sa maladie opéra entre nous un rapprochement qu’un commun amour de la science cimenta rapidement. Il avait apporté du sud de l’Afrique un grand nombre d’observations scientifiques et nous avons passé ensemble plus d’une bonne soirée à discuter l’anatomie comparée du Bushman et du Hottentot.

   »En el transcurso de los últimos meses advertí, cada vez con mayor claridad, que el sistema nervioso de Sir Charles estaba sometido a una tensión casi insoportable. Se había tomado tan excesivamente en serio la leyenda que acabo de leerle que, si bien paseaba por los jardines de su propiedad, nada le habría impulsado a salir al páramo durante la noche. Por increíble que pueda parecerle, señor Holmes, estaba convencido de que pesaba sobre su familia un destino terrible y, a decir verdad, la información de que disponía acerca de sus antepasados no invitaba al optimismo. Le obsesionaba la idea de una presencia horrorosa, y en más de una ocasión me preguntó si durante los desplazamientos que a veces realizo de noche por motivos profesionales había visto alguna criatura extraña o había oído los ladridos de un sabueso. Esta última pregunta me la hizo en varias ocasiones y siempre con una voz alterada por la emoción.

   « Pendant les derniers mois de sa vie, je constatai la surexcitation progressive de son système nerveux. La légende que je viens de vous lire l’obsédait à tel point que rien au monde n’aurait pu l’amener à franchir la nuit la grille du château. Quelque incroyable que cela vous paraisse, il était sincèrement convaincu qu’une terrible fatalité pesait sur sa famille, et, malheureusement, les archives de sa maison étaient peu encourageantes.

    « La pensée d’une présence occulte, incessante, le hantait. Bien souvent il me demanda si, au cours de mes sorties nocturnes, je n’avais jamais aperçu d’être fantastique ni entendu d’aboiements de chien. Il renouvela maintes fois cette dernière question — et toujours d’une voix vibrante d’émotion.

   »Recuerdo muy bien un día, aproximadamente tres semanas antes del fatal desenlace, en que llegué a su casa ya de noche. Sir Charles estaba casualmente junto a la puerta principal. Yo había bajado de mi calesa y, al dirigirme hacia él, advertí que sus ojos, fijos en algo situado por encima de mi hombro, estaban llenos de horror. Al volverme sólo tuve tiempo de vislumbrar lo que me pareció una gran ternera negra que cruzaba por el otro extremo del paseo. Mi anfitrión estaba tan excitado y alarmado que tuve que trasladarme al lugar exacto donde había visto al animal y buscarlo por los alrededores, pero había desaparecido, aunque el incidente pareció dejar una impresión penosísima en su imaginación. Le hice compañía durante toda la velada y fue en aquella ocasión, y para explicarme la emoción de la que había sido presa, cuando confió a mi cuidado la narración que le he leído al comienzo de mi visita. Menciono este episodio insignificante porque adquiere cierta importancia dada la tragedia posterior, aunque por entonces yo estuviera convencido de que se trataba de algo perfectamente trivial y de que la agitación de mi amigo carecía de fundamento.

   « Je me souviens parfaitement d’un incident qui a précédé sa mort de quelques semaines. Un soir, j’arrivai au château en voiture. Par hasard, sir Charles se trouvait sur sa porte. J’étais descendu de mon tilbury et je lui faisais face. Tout à coup ses regards passèrent par-dessus mon épaule et j’y lus aussitôt une expression de terreur. Je me retournai juste à temps pour distinguer confusément, au détour de la route, quelque chose que je pris pour un énorme veau noir.

    « Cette apparition émut tellement sir Charles qu’il courut à l’endroit où il avait vu l’animal et qu’il le chercha partout des yeux. Mais la bête avait disparu. Cet incident produisit une déplorable impression sur son esprit.

    « Je passai toute la soirée avec lui, et ce fut pour expliquer l’émotion ressentie qu’il confia à ma garde l’écrit que je vous ai lu. Ce petit épisode n’a d’importance que par la tragédie qui a suivi ; sur le moment, je n’y en attachai aucune et je jugeai puérile l’exaltation de mon ami.

   »Sir Charles se disponía a venir a Londres por consejo mío. Yo sabía que estaba enfermo del corazón y que la ansiedad constante en que vivía, por quiméricos que fueran los motivos, tenía un efecto muy negativo sobre su salud. Me pareció que si se distraía durante unos meses en la gran metrópoli londinense se restablecería. El señor Stapleton, un amigo común, a quien también preocupaba mucho su estado de salud, era de la misma opinión. Y en el último momento se produjo la terrible catástrofe.

   « Enfin, sur mes instances, sir Charles se décida à partir pour Londres. Le cœur était atteint, et la constante angoisse qui le poignait — quelque chimérique qu’en fût la cause — avait une répercussion sur sa santé. Je pensais que les distractions de la ville le remettraient promptement. M. Stapleton, consulté, opina dans le même sens.

    « Au dernier instant, la terrible catastrophe se produisit.

   »La noche de la muerte de Sir Charles, Barrymore, el mayordomo, que fue quien descubrió el cadáver, envió a Perkins, el mozo de cuadra, a caballo en mi busca, y dado que no me había acostado aún pude presentarme en la mansión menos de una hora después. Comprobé y confirmé todos los hechos que más adelante se mencionaron en la investigación. Seguí las huellas, camino adelante, por el paseo de los Tejos y vi el lugar, junto al portillo que da al páramo, donde Sir Charles parecía haber estado esperando y advertí el cambio en la forma de las huellas a partir de aquel momento, así como la ausencia de otras huellas distintas de las de Barrymore sobre la arena blanda; finalmente examiné cuidadosamente el cuerpo, que nadie había tocado antes de mi llegada. Sir Charles yacía boca abajo, con los brazos extendidos, los dedos hundidos en el suelo y las facciones tan distorsionadas por alguna emoción fuerte que difícilmente hubiera podido afirmar bajo juramento que se trataba del propietario de la mansión de los Baskerville. No había, desde luego, lesión corporal de ningún tipo. Pero Barrymore hizo una afirmación incorrecta durante la investigación. Dijo que no había rastro alguno en el suelo alrededor del cadáver. El mayordomo no observó ninguno, pero yo sí. Se encontraba a cierta distancia, pero era reciente y muy claro».

   « La nuit du décès de sir Charles Baskerville, Barrymore, le valet de chambre qui avait fait la lugubre découverte, m’envoya chercher par un homme d’écurie. Je n’étais pas encore couché et, une heure plus tard, j’arrivais au château.

    « Je contrôlai tous les faits mentionnés dans l’enquête : je suivis la trace des pas dans l’allée des Ifs et je vis à la grille l’endroit où le défunt s’était arrêté. À partir de cet endroit, je remarquai la nouvelle forme des empreintes. Sur le sable fin, il n’y avait d’autres pas que ceux de Barrymore ; puis j’examinai attentivement le cadavre, auquel on n’avait pas encore touché.

    « Sir Charles était étendu, la face contre terre, les bras en croix, les doigts crispés dans le sol et les traits tellement convulsés sous l’empire d’une violente émotion que j’aurais à peine osé certifier son identité.

    « Le corps ne portait aucune blessure…. Mais la déposition de Barrymore était incomplète. Il a dit qu’auprès du cadavre il n’existait nulle trace de pas…. Il n’en avait pas vu…. Elles ne m’ont pas échappé, à moi… nettes et fraîches… à quelque distance du lieu de la scène !…

   -¿Huellas?

   — Des empreintes de pas ?

   -Huellas.

   — Oui, des empreintes de pas.

   -¿De un hombre o de una mujer?

   — D’homme ou de femme ? »

   El doctor Mortimer nos miró extrañamente durante un instante y su voz se convirtió casi en un susurro al contestar:

   Mortimer nous considéra une seconde d’une façon étrange. Sa voix n’était plus qu’un faible murmure, quand il répondit :

   -Señor Holmes, ¡eran las huellas de un sabueso gigantesco!

   « Monsieur Holmes, j’ai reconnu l’empreinte d’une patte de chien gigantesque ! »